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Septiembre 2020

Nuevo año, nueva esperanza

Por Alexis Espino, gerente (i) de Comunicación

Un nuevo año es una nueva oportunidad. Cada inicio de un ciclo nos abre la puerta para repensar lo que hemos hecho y así definir o rediseñar las acciones necesarias futuras. De esto se trata la sostenibilidad, de no mantenerse en el statu quo de pensamiento y de seguir caminando hacia nuevos horizontes con paso firme y mirada fresca.

Septiembre 30 cierra el año fiscal 2020 para el Canal de Panamá. Sin duda, fue un ciclo con un excelente inicio, pero que en su desarrollo nos obligó a detenernos, pensar y retomar el camino bajo un nuevo esquema de trabajo.

El mundo, tal cual lo conocíamos, se detuvo ante la mirada de cada uno de nosotros. Nuestros patrones de comportamiento social tuvieron que ser modificados, y un virus microscópico continúa recordándonos la importancia de lavarnos las manos, de usar mascarilla y de guardar el distanciamiento social.

Han sido seis meses en los que los patrones del comercio mundial han afectado nuestras operaciones y en los que hemos tenido que poner a prueba nuestra capacidad para mantener un Canal abierto al mundo, que busca la recuperación económica. Varios países continúan luchando para doblegar al virus, mientras otros trabajan duro para no perder el precario control que han conseguido.

El apoyo de todos ha sido clave para continuar con nuestra misión. Unos desde casa y otros desde las áreas de trabajo, podría decirse que separados, pero bajo una misma consigna de equipo: juntos hacemos la fuerza para continuar con nuestro propósito de servir al mundo 24 horas, los siete días de la semana, en beneficio de Panamá.

Sin embargo, este mismo esfuerzo de equipo hacia la sostenibilidad tanto del país como del Canal, nos da el impulso para retomar, en medio de los efectos colaterales de una pandemia, uno de los temas principales que debemos enfrentar como país. Se trata de la disponibilidad del agua, recurso particular no solo porque es imprescindible para nuestra existencia y la de nuestro entorno, sino porque, contrario del aire que respiramos o la energía que emite el Sol, es un recurso finito que se renueva constantemente.

Pero la renovación de este recurso, tal cual la conocemos hoy, no es igual a los patrones del pasado. La variabilidad climática y sus efectos nos hacen ver con mayor profundidad el verdadero significado y el alto valor de este recurso finito e insustituible.

La creciente escasez del preciado líquido es hoy uno de los desafíos principales para el desarrollo sostenible, y ese problema aumentará en la medida en que la población no desarrolle conciencia en cuanto a su cuidado, uso y conservación.

Si bien es cierto, hemos hecho un esfuerzo importante para el año fiscal 2020 a fin de garantizar al país y al mundo un Canal operativo, también lo es que debemos iniciar el proceso para garantizar que la misión que al momento hemos mantenido viva continúe igual por muchos años más. Se trata de que el Canal siga vigente, competitivo y sostenible hoy, mañana y siempre.

Recordemos que este esfuerzo es de todos y que la unión como individuos, familia y sociedad nos hace más fuertes. Tengamos presente que los sueños que hemos alcanzado en el camino de nuestra historia nos deben servir como referencia para seguir soñando y juntos poder alcanzar la victoria porque Juntos Somos Panamá.

Agua, el reto de un país

Por Juan B. Madrid

La variabilidad climática de los últimos años ha provocado una disminución en las lluvias en Panamá, afectando la cuenca hidrográfica de la vía interoceánica. La situación amerita una solución definitiva y hacia allá camina el Canal de Panamá.

Por Juan B. Madrid

El Canal de Panamá está en búsqueda de aliados. Deben ser fuertes, desde el punto de vista de experiencia, profesionalismo, honestidad, y capacidad financiera para ayudar a emprender lo que el administrador Ricaurte Vásquez Morales ha definido como “el segundo proyecto más grande que ha acometido el Canal bajo administración panameña, después de la ampliación”.

Se trata de la iniciativa con la que el Canal espera dotarse de un sistema de administración del recurso hídrico que le permita contar, a largo plazo, con el agua necesaria para seguir garantizando el suministro a más del 50 % la población, así como la operación de la vía interoceánica por los próximos 50 años.

Desde el pasado 7 de septiembre se publicó el pliego para la precalificación de las empresas interesadas en participar como proponentes de la licitación. De aquellas que presenten su documentación se seleccionará una lista corta. El 12 de noviembre finaliza la precalificación y luego de ello se anunciará a los elegidos, dijo José Reyes, vicepresidente de Proyectos Hídricos.

Se trata de un gran paso en el que se trabajaba desde 2019, cuando las repercusiones de un año en el que las lluvias fueron tan escasas, el quinto más seco de los últimos 70 años, evidenció la necesidad de acelerar en la búsqueda de una solución ante lo variante que se ha tornado el clima. Ante la magnitud de este nuevo reto resulta oportuno conocerlo más.

Una herramienta futurista

Capacidad de adaptación, tecnología e ingenio harán parte fundamental del portafolio de proyectos con los que el Canal aspira a apuntalar su visión a futuro. Según Reyes, se seleccionará la propuesta que resuelva las limitaciones de almacenaje de agua en la Cuenca Hidrográfica del Canal de Panamá (CHCP) y se tratará de un sistema resiliente que se adapte para aprovechar las tormentas que se presentan con alta intensidad y poca duración, como está lloviendo ahora.

Además, se busca un sistema de control del recurso hídrico que esté apalancado en la transformación digital, con el objetivo de ofrecer al Canal la mejor plataforma para la toma de decisiones con respecto al recurso agua.

Daniel Muschett, vicepresidente de Agua y Ambiente lo explica como una especie de sistema gemelo al existente. El manejo de esta estructura sería similar en cuanto a que estará basada en la información proveniente de satélites, así como de la red de estaciones hidrológicas desde las cuales se vigila el comportamiento de las lluvias y el caudal de los principales ríos de la CHCP.

Cantidad, calidad y control

Al hablar de la importancia de esa iniciativa uno de los primeros aspectos que resalta Reyes es contar con una solución a largo plazo para seguir cumpliendo con el mandato constitucional y el compromiso que tiene el Canal de brindar agua para el abastecimiento de una población creciente.

A ello se suma la necesidad de garantizar la operación de la vía interoceánica que requiere mantenerse competitiva para seguir siendo el motor del desarrollo de Panamá.

En palabras de Muschett, en estos momentos dependemos de dos embalses que funcionan de manera estacional, es decir, se cuenta con agua si hay suficientes precipitaciones, en caso contrario el Canal se ve obligado a implementar medidas que inciden directamente en las operaciones, para poder hacer el mejor uso del recurso.

Ambos coinciden en que el proyecto es amplio y que busca soluciones integrales y agua adicional sobre la cual haya garantías de su cantidad, calidad y control para atender los retos del futuro.

La empresa que se encargue del diseño y construcción de este sistema saldrá de un minucioso proceso de selección, en el que no solo se ponderará el aspecto económico.

Muschett explicó que en esa búsqueda se evaluará por separado, el mérito, la factibilidad, el tipo de alternativas, la rentabilidad, así como los impactos sociales y ambientales y las medidas que se requieren para poder desarrollar las obras, porque se espera que luego de la selección, la empresa pueda entregar las obras funcionando en un periodo de tres años.

Hablemos de los tiempos

De las lecciones aprendidas de un año tan seco como el 2019, sobresale una, era imperante acelerar la búsqueda de alternativas para afrontar los retos de años secos que son cada vez más frecuentes. Desde entonces se dio inicio a las tareas que se extendieron hasta el pasado 7 de septiembre, cuando se publicó el pliego para la etapa de precalificación.

De esta primera fase saldrán las empresas mejor calificadas, a las que se les entregará el pliego de cargos para que, en un periodo que se estima desde finales de 2020 al último cuarto de 2021, puedan hacer sus estudios y presentar propuestas, de modo que el Canal de Panamá las analice y adjudique el contrato. Se espera que para el año 2026 se cuente con una solución implementada.

Aunque las soluciones apremian, Reyes hizo énfasis en la importancia que tendrá el cumplimiento de las mejores prácticas ingenieriles, para lo cual el pliego de cargos se basa en lineamientos de la Federación Internacional de Ingenieros y Consultores (FIDIC), utilizando su Libro Plateado (Silver Book). Al mismo tiempo, agrega Muschett, se atenderá adecuadamente los impactos ambientales y sociales.

En búsqueda de importantes refuerzos

Para el secretario técnico del Consejo Nacional del Agua (CONAGUA), Rafael Mezquita, el proyecto hídrico que adelanta el Canal de Panamá tiene una importancia estratégica, sin embargo, se da seguimiento a dos procesos claves para respaldar esta iniciativa: por una parte, las inversiones que se hace desde el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN) para optimizar el servicio, y por la otra, se busca sumar a la población para que haga un mejor uso del recurso.

En este último punto, Mezquita adelantó que se trabaja en un programa de cultura del agua, una iniciativa dirigida a crear conciencia en la población sobre la necesidad de preservar el recurso. Con ello, se toma como referencia el buen comportamiento de los habitantes de zonas apartadas y participan entidades como el IDAAN, los ministerios de Salud, Cultura y Educación.

Los esfuerzos para lograr el proyecto hídrico ya están en marcha. La meta es contar con suficiente agua para garantizar el funcionamiento de las ocho plantas potabilizadoras que se suplen del sistema de embalses del Canal y garantizar la operación, ofreciendo a los clientes un calado sostenible y confiable.

En adelante, el Canal continuará enfocado y reafirmando su compromiso de ofrecer una ruta competitiva, segura y confiable.

Nuestras esclusas: la razón de ser de un nombre

Por Orlando Acosta Patiño

El Canal ampliado abrió sus esclusas al comercio del mundo el 26 de junio de 2016. El proyecto del tercer juego de esclusas fue una decisión tomada mediante un referéndum nacional, tal como lo indica el Título Constitucional del Canal de Panamá.

Mantengo una relación profesional con el Canal por más de 25 años. Me declaro un especialista en temas culturales, territoriales y ambientales; con la historia y operación de la vía.

Durante la celebración del centenario del Canal estuve encargado, por parte de la entonces Vicepresidencia de Agua, Ambiente y Energía, de la coordinación de un programa público por los 100 años de producción de agua, transporte y producción de energía.

La producción de agua en el Canal de Panamá tiene una historia que requiere del conocimiento de la población del país. Para los menos conocedores sobre temas de agua y saneamiento, es importante saber que el Tratado Hay Bunau Varilla determinó entre sus cláusulas, algunos aspectos de consideración.

El instrumento permite a los estadounidenses, la responsabilidad de intervenir en las ciudades terminales del Canal. Bajo lo que estableció artículo VII del Tratado de 1904, cito: “todos los trabajos de saneamiento, recogida y desagüe de inmundicias y de distribución de agua en las ciudades de Panamá y Colón serían ejecutados por los Estados Unidos”. Estas acciones tuvieron consecuencias en mitigar los efectos de las enfermedades tropicales.

El Canal construye los sistemas de agua y saneamiento para las ciudades de Panamá y Colón. Las plantas potabilizadoras de Miraflores, en el Pacífico, y Monte Esperanza, en el Atlántico, entran en operación en los primeros años del siglo XX. En la actualidad sirven a más de la mitad de la población del país.

Monte Esperanza se inaugura en 1911, con la producción de 30 millones de litros de agua. Antes funcionó para abastecer a la población el Atlántico, el reservorio de Agua Clara y Brazos Brooks. Ambos abastecían, solo de agua filtrada, a los poblados del Atlántico.

Cuando se desarrolla las investigaciones encontramos no solo referencia del nombre, sino, además, los restos físicos del reservorio de Agua Clara. De allí deviene el nombre de las esclusas del Canal ampliado, en el Atlántico.

Cocolí, Bayano y otros nombres evocan voces africanas que aluden a los primeros esclavos traídos desde el África Occidental, en el cruel trasiego de almas que tuvo lugar en América.

La planta de Agua Clara funcionó hasta 1944, luego fue reemplazada por la mayor capacidad de la planta de Monte Esperanza (Mount Hope).

Panamá, como bisagra del comercio colonial, tuvo como escenario la acogida de numerosos negros provenientes de África. Nuevamente, la voz aparece en el territorio como memoria ancestral de procesos de siglos que distinguen la herencia cultural de los panameños.

El vocablo revive con los estudios arqueológicos desarrollados por el proyecto de ampliación y antes, con la acometida de 1939. El cerro, el río y hoy, las esclusas del Canal ampliado en el Pacífico, honran una memoria ancestral y otro evento de tecnología que cambia las relaciones del mundo marítimo y que fortalece la posición geográfica de Panamá. La voz Cocolí encierra estas dimensiones y otras más.

No negamos el aporte de estadistas como Jimmy Carter y Omar Torrijos, cuyo trabajo tesonero para la firma del Tratado del Canal permiten a los panameños el beneficio de su posición geográfica. El legado de ellos estará estampado de manera indeleble en la memoria de los panameños, en procesos permanentes de educación en las escuelas y la cátedra de historia de las relaciones de Panamá y los Estados Unidos, y no en estructuras de concreto.

No se trata ahora de borrar la memoria del territorio, ni la historia ancestral de los esclavos negros, ni las razones por la cual el Canal opera y le ha dado de beber a alrededor del 50 % de la población del país. Esto viene ocurriendo hace más de 100 años lo último, y por siglos, lo primero.

Con todo el respeto que se merecen los órganos del Estado, al Legislativo y al Ejecutivo les debe revestir, por respeto a quienes los elegimos, una condición de responsabilidad que emana de formación, educación y de información para legislar. Estos tres elementos deben primar sobre la politiquería. Sus decisiones deben ser indicativos para comprender y entender los complejos procesos históricos, culturales, territoriales y la dimensión de los recursos naturales del Canal de Panamá y lo que significan en lo local y para el mundo.

El poder de la preparación técnica

La pandemia ha tenido como característica común, el interés por innovar. En el caso de la educación, el reto de encontrar nuevas formas de educar obliga a este sector a observar las experiencias positivas que hacen parte de la historia de Panamá.

Por Gabriel Murgas Patiño

Cuando el 3 de septiembre de 2007 fueron oficializados los trabajos de ampliación del Canal de Panamá con la detonación de tres cargas explosivas en el lado Pacífico de la vía acuática, la historia de nuestro país tuvo un contraste significativo comparado con la construcción del Canal en manos estadounidenses.

Para ese entonces, el 1.2 % de la fuerza laboral era nacional, el resto, importada. Con la ampliación, el 90 % era panameño y el resto, extranjero. Fueron más de 40 mil trabajadores los que participaron de esta majestuosa obra que hoy sirve al comercio marítimo mundial.

El éxito no fue producto de la casualidad. La gente estaba preparada para innovadoras tareas técnicas, sin precedente alguno: desde ayudante general, pasando por operador de equipo pesado, hasta explosivistas. La fuerza laboral que trabajó en la construcción de la nueva vía tuvo una capacitación técnica profesional que le cambió la vida significativamente.

Juan Planells ha dedicado su vida a la administración de empresas públicas y privadas, a la ingeniería civil y a la educación.

Juan Planells, exdirector del Instituto Nacional de Formación Profesional para el Desarrollo Humano (Inadeh), y ahora rector de la Universidad Católica Santa María La Antigua (Usma), recuerda la alianza estratégica que se hizo con el Canal de Panamá para satisfacer la demanda de técnicos especializados. “En ese entonces trabajamos fuertemente para elaborar planes educativos para contar con la cantidad y calidad de técnicos que se requería para la ampliación y, además, alcanzar la certificación internacional de quienes se capacitaron”, recuerda.

Formación paralela al crecimiento económico

El caso de la ampliación demostró el valor la preparación técnica que por mucho tiempo ha sido subvalorada. José Alejandro Rodríguez, reconocido joven que ha participado en proyectos educativos de ciencia y tecnología y cofundador de la plataforma Ayudinga, afirma que “muchos piensan que los técnicos (profesionales de carreras técnicas) están hechos para quienes no pudieron salir adelante. Ese ´chip´ hay que cambiarlo. Son muchos los casos de profesionales técnicos que han abastecido a su familia increíblemente…hasta son mejor remunerados que aquellos con formación universitaria. La perspectiva se rompe con la experiencia y sin duda, los técnicos están forjando el futuro del país”.

Asimismo, Planells nos comenta que “ver la formación técnica como de segunda categoría es un gravísimo error. Actualmente, por cada técnico que se forma hay siete profesionales, cuando la relación debe ser inversa. La mayoría de los proyectos requiere más técnicos capacitados, y para ello, el Estado debe invertir en centros educativos, así como en planes atractivos y actuales para balancear esa relación”.

Ambos expertos, desde sus esferas, coinciden en que la educación superior (técnica o la universitaria) debe elevar su perfil para crear agentes críticos que ayuden al desarrollo económico nacional. Para ello, hacen énfasis en las habilidades de liderazgo para formar profesionales integrales al servicio de Panamá.

Educación y Covid-19

La pandemia ha traído a la palestra pública al menos dos consecuencias notables en materia educativa: reducción en el alcance y accesibilidad. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el mundo más de 1,370 millones de estudiantes (incluyendo los más de 156 millones en Latinoamérica) interrumpieron su educación para reducir el contagio de la Covid-19. De estas cifras, los grupos sociales más vulnerables no tienen los medios ni los recursos para beneficiarse de las clases virtuales, lo que acentúa más la brecha de desigualdad en la calidad de la educación.

En esta dirección, Rodríguez sostiene que la pandemia “demostró las grandes deficiencias en nuestro sistema educativo. Todos los estudiantes de nuestro país deben recibir las mismas herramientas para que puedan lograr sus metas, ayudar a la familia y proveer a la sociedad. La educación debe ser un nivelador social y no un perpetuador de la inequidad.”

La educación virtual, en condiciones óptimas, permite la internacionalización de los saberes y el intercambio más expedito y eficiente del conocimiento. Tal como la presencial, la formación a distancia también debe ser integral y de calidad. Pero quedan tareas pendientes que requieren de creatividad, como lo son la efectividad en la combinación virtual y técnica, así como ajustar los planes educativos a la realidad nacional.

José Alejandro Rodríguez fue cofundador de la organización Ayudinga, que ofrece clases virtuales gratis a estudiantes, y actualmente, es facilitador voluntario para jóvenes en conflicto con la ley.

Mientras tanto, los cambios tecnológicos y sociales que estamos experimentado llegaron para quedarse y la educación debe asumir su rol protagónico.

Experiencias positivas como la del Canal de Panamá con respecto a la capacitación técnica son un buen referente para mostrar al mundo, la capacidad de los panameños para administrar la ruta interoceánica y mantenerla vigente, a pesar de la crisis sanitaria que estremeció al mundo este 2020.

El Canal de Panamá, contado por un ilustrado

Por Aristides Royo Sánchez

Omar Jaén Suárez, doctor en geografía e historiador, ha escrito dos libros sobre los pactos que en la segunda mitad del siglo XX negociaron Panamá y Estados Unidos. El primero, “Las negociaciones sobre el Canal de Panamá, 1964-1970”, publicado en 2001, versa los proyectos de Tratados de 1967, conocidos como “Tres en Uno”, que no fueron discutidos ni aprobados en la Asamblea Nacional. El segundo, titulado “Las negociaciones de los Tratados Torrijos Carter, 1970-1977”, editado en 2005, analiza exhaustivamente cómo se gestaron los Tratados Torrijos-Carter y el difícil proceso de su aprobación por el senado de Estados Unidos y las dificultades que casi impidieron su ratificación.

Luego de otro libro acerca de los primeros 10 años de administración panameña del Canal, en 2018, este connotado investigador que recuerda a los franceses que formaron parte de un selecto grupo conocido como la Ilustración, nos ha entregado una obra titulada “El Canal de Panamá, el triunfo de la innovación constante”. Ha sido patrocinada por el Grupo Popular S.A. de República Dominicana, dueño del Popular Bank, que tiene una filial en Panamá.

Aristides Royo Sánchez

El libro cuenta con 487 páginas y, como quiera que el conocimiento no es etéreo, pesa 4.5 kilogramos y es una obra de arte llena de información histórica, acompañada de amplios análisis de lo que representa el Canal de Panamá para nuestro país y para el resto del mundo. Contiene fotos actuales y mapas, y el texto está en la parte final traducido al inglés y al francés.

El libro se inicia con el interesante tema de la geografía, la razón decisiva para que el Canal se hubiese construido en Panamá. En ese capítulo aparecen hermosos grabados históricos así como fotografías de la cuenca hidrográfica y del Canal en distintas épocas. Otro segmento está dedicado a la tecnología, desde la selección de la ruta hasta las obras difíciles y en muchos casos innovadoras que se han realizado en el Canal. Si importantes son los textos, también lo son las imágenes. Tal como expresa el autor Jaén Suárez, “las herramientas tecnológicas utilizadas para cambiar la geografía y crear una vía artificial de esta dimensión, necesitan una administración que las ordene y aproveche de la mejor manera. Distinguimos tres etapas diferentes en este empeño: el Canal francés, el Canal estadounidense y el Canal panameño”.

En el tema de la geopolítica, se destaca la importancia del Canal de Panamá en las rutas de la navegación mundial. Papel importante tienen los hechos del 9 de enero de 1964 y su repercusión en las relaciones entre Estados Unidos y Panamá, las cuales condujeron a la firma de los Tratados Torrijos-Carter en 1977. La seguridad del Canal es otro aspecto que cubre esta obra y que revistió mucha importancia cuando Estados Unidos decidió que no sería necesaria la presencia militar de ese país para ejercer su derecho a la defensa del Canal.

Jaén Suárez no descuida los perfiles económicos del Canal de Panamá, que desde los $250 mil anuales que durante más de cuatro décadas entregaba Estados Unidos a Panamá, ahora que ese Canal es panameño, le aporta al Estado más de $1.700 millones por año.

Expresa el autor que “155 rutas oceánicas y de cabotaje comunican al Canal de Panamá con 1700 puertos en 160 países”.

El libro termina con una precisa cronología de la obra más importante de nuestro país, que se inicia en 1501 y culmina en 2016, año de la construcción del tercer juego de esclusas. Esta magnífica aportación, la más completa que he leído sobre la importancia histórica, geográfica, tecnológica, económica y empresarial de la ruta intermarina istmeña, merece ocupar un lugar prominente en cualquier biblioteca pública o privada y debe ser leída y estudiada por todo aquel que desee conocer el pasado, el presente y el futuro del Canal de Panamá.

El autor es ministro para Asuntos del Canal y Presidente de la Junta Directiva.

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