View Static Version
Loading

¿HÉROES o MÁRTIRES? Condiciones en las que el personal de salud en Colombia enfrenta la pandemia

Cuando el país supera las mil personas infectadas por el Coronavirus y cumple más de 7 días de cuarentena en un hecho sin precedente en la historia reciente de Colombia, del mundo, la voz del personal de salud debe emerger del silencio al que gobernantes y gobernados la condenaron, al convertir la salud en un asunto de segundo orden.

Este especial es un coro de médicos, médicas y enfermeras de distintas partes de Colombia, en el que se escuchan sus angustias por las condiciones en las que deben trabajar: la mayoría coincide con que solo cuentan con tapabocas o que los kits de protección no son los adecuados ni los suficientes. También se oyen sus miedos a que la situación empeore, porque saben que los recursos que se requieren para salvar vidas son limitados. Sus relatos, además, revelan las luchas cotidianas que llevan a cuesta para no contagiarse y no contagiar a sus familias. Todos le piden al gobierno que los decretos pasen del papel a la realidad ya, porque la situación no da tregua.

En consecuencia, este especial realizado por la Unidad de Investigación Periodística de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano, en alianza para su publicación con Pacifista, se pregunta si el personal de salud de Colombia saldrá de esta crisis convertido en héroe o en mártir.

* Algunas de las personas entrevistadas pidieron que su nombre y su lugar de trabajo no fuera publicado.

“No voy a mi casa materna hace más de 2 meses, con el fin de proteger a mi familia”

Viviana Andrea Rozo Lugo, médica residente en la Fundación Juan N Corpas, reconoce que el lugar en el que se desempeña se ha venido preparando. Sin embargo, no sabe con claridad si cuentan con toda la indumentaria para la protección del cuerpo médico debido a que percibe desinformación. “Una cosa es lo que dicen los directivos de la Fundación, otra la de epidemiología, y otra pues lo que en realidad hay”. Su mayor temor es contagiar a sus padres, personas mayores de 57 años.

“No ha llegado lo peor y ni siquiera tapabocas tenemos. Seguramente por mi vocación yo decida pararme en la línea de batalla”

Esta anestesióloga, que trabaja en Pereira, relata que ni en su más loco sueño imaginó vivir una pandemia. Asegura que en sus casi 12 años de estudios esa palabra -pandemia- sonó muy pocas veces. Le preocupa que el personal médico, a estas alturas, no cuenta con todo lo necesario para su protección. Reconoce que se le acelera el corazón y le sudan las manos cuando dicen que hay un paciente que puede tener Coronavirus. Lo último que quiere es ser un peligro para sus hijas.

“Es muy triste que pongamos todo de nuestra parte ante un Estado que no se ha preocupado por nuestro sistema de salud”

Con más de 23 años de experiencia, este médico coordinador de un hospital en un municipio de Caldas, relata que el Hospital, con sus limitaciones, los ha dotado de elementos básicos, más no suficientes, de protección. Denuncia que, al momento de la entrevista, la Aseguradora de Riesgos Laborales Colmena no les ha brindado ningún insumo de protección. Además, expresa que lo embarga una sensación de desesperanza, de rabia, porque en 15 días no ha tenido la posibilidad de escuchar los miedos de sus hijos.

“Si quieres tener una buena investigación es preferible que se lo preguntes a profesionales que trabajan con el Estado... les toca con las uñas”

Esta enfermera, de la Fundación Santa Fe de Bogotá, reconoce que trabaja en un centro médico prestigioso y eso es lo que hace menos vulnerable a quienes trabajan en hospitales. Relata que hace poco le ofrecieron ir a trabajar al Hospital La Samaritana en Bogotá, con pacientes contagiados en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero solo le ofreció 15,000 pesos la hora, lo que se suma a esas instituciones no cuentan con todos los implementos de seguridad

“Un profesional de la salud que se contamine es un guerrero menos en el área hospitalaria para dar la batalla”

Johan Vargas, auxiliar de enfermería en Salud Total en Bogotá, le preocupa que el país supere la capacidad logística que tiene para poder atender a la población infectada, porque están subiendo alarmantemente los números. Pero, sobre todo, le angustia que un profesional de la salud, de cualquiera de las distintas áreas, se contamine, porque le implicaría a los que queden doblar su capacidad de trabajo, y eso sería devastados para los pacientes.

“Nunca imaginé ser médico en una pandemia. Sí me llegaba a imaginar ,bajo el contexto de Colombia, ser médico de guerra ”

Andrés Felipe Gil Restrepo, urgenciólogo de la Clínica Versalles de Manizales, asegura que el lugar en el que trabaja viene preparando al personal del área de urgencias para atender la pandemia. Cuenta que todos los días se reúnen y estudian artículos. Sin embargo, le preocupa que los profesionales de otras áreas de la clínica no cuenten con la misma actualización. Su mayor preocupación es infectarse y, en consecuencia, infectar a sus amigos y familiares.

“El sistema de salud colombiano no está preparado para una crisis”

Un médico militar, que trabaja en uno de los departamentos fronterizos del suroccidente de Colombia, relata en el hospital en el que labora solo cuenta con 10 kits de los elementos de protección que el protocolo pide: gafas de bioprotección, trajes antifluidos (conocidos popularmente como traje de astronauta), mascarilla, guantes de nitrilo, polainas. En consecuencia, según el médico se pueden atender a tres pacientes, si llega un cuarto paciente reconoce que entrarían en desabastecimiento. Su temor está en la carencia de unidades de cuidados intensivos en la mayoría de las ciudades del país.

“Tengo miedo, rabia, preocupaciones, pero estoy dispuesta a darlo con toda”

Maria Cardenas, interna del hospital Simón Bolívar, narra con preocupación que en el lugar en el que trabaja no tienen los recursos necesarios de protección para todo el personal que ocupa el hospital, además de los médicos, como camilleros, auxiliares de enfermería, guardias de seguridad, incluso personas que trabajan en la cafetería. Hace un llamado al gobierno para que solucione el problema de contratación que tienen los profesionales de la salud y a rechazar los contratos por OPS. Reconoce que vive llena de miedo de que en algún momento se infecte, y, en consecuencia, pueda afectar a sus padres que son población vulnerable, porque son adultos mayores de 60 años.

“A veces ni vamos al baño con tal de no quitarnos ese overol”

Mercedes, una auxiliar de enfermería del área de pediatría del Hospital Militar, está preparada para la atención de posibles casos de Coronavirus. Según ella este Hospital fue el primero al que llegaron todos los implementos de protección, y eso le da seguridad. No obstante, advierte que su temor es adquirir el virus por cualquier circunstancia “ya que a nosotros nos entrenaron, nos dotaron para todo, pero no falta que uno se rasque la nariz o que se pase la mano por un ojo”.

“Nosotros decidimos comprar las monogafas, las caretas, los enterizos que son adecuados, por nuestra propia cuenta”

Esta médica, de uno de los hospitales más grandes del sur de Bogotá, revela que los elementos de protección con los que cuentan son muy básicos, y eso hace que el personal de salud tenga miedo. Cuenta que ella y sus compañeros debieron idear estrategias para disminuir el riesgo de contagiar a sus familias, por eso muchos decidieron irse de sus casas.

“No quisiera tener que elegir entre quién viva y quién no: ese es mi mayor temor.”

Diana Prieto, enfermera administrativa de la Nueva EPS, relata su preocupación y desesperanza pues, al día de hoy, los centros de salud públicos no cuentan con una infraestructura robusta y bien equipada para enfrentar la pandemia que por estos días azota a Colombia. En zonas como Amazonas, Casanare, Cauca, Guaviare, Guajira, Putumayo, San Andrés y Vichada resulta imposible asegurar camas en las Unidades de Cuidados Intensivos para cada uno de los pacientes que lo requieran.

“Que esto sirva de ejemplo para nuestros futuros gobernantes: con el sector salud no se puede jugar”

En Montería, distintos médicos y médicas se unieron para responder las preguntas que la Unidad de Investigación Periodística tenía. Su postura es que no poseen la protección personal que necesitan para enfrentar la pandemia. En Montería, para más de 460 mil habitantes solo hay 168 camas con ventiladores, algunos ya ocupados por pacientes crónicos. Resaltan que el personal de salud está desprotegido, y muchos especialistas y subespecialistas, a quienes les deben más de 4 meses de pagos, no tienen seguridad social en un momento tan delicado. Hacen un llamado para que la salud deje de ser una cuestión de tercer orden en el país.

“Estamos trabajando las 24 horas del día y haremos todo lo posible hasta que podamos y hasta que Dios nos lo permita”

Edwin Cruz Salazar es médico especialista en cuidado paliativo, trabaja en Manizales con la empresa Vivessalud Eje Cafetero S.A.S. que, de cara a la pandemia del Covid 19, se convirtió en la primera línea de acción en los domicilios de casi todos los aseguradores del municipio. Aunque a la fecha cuentan con toda la indumentaria de protección para entrar a las casas de los pacientes, reconoce que los casos van a aumentar en una o dos semanas, y entonces todos estos insumos que le dan tranquilidad hoy van a ser insuficientes para atender la pandemia. A esto se suma la angustia de ver gente que no ha entendido la gravedad de lo que está pasando.

“Se fueron los abrazos, se fueron los besos, pero pues todo esto se hace para un mejor futuro”

Norma Consuelo Mesa, enfermera con 31 años de experiencia en el Hospital Militar Central en Bogotá, admite que el hospital aunque está preparado para recibir pacientes a nivel nacional de las fuerzas militares, sacó rubros de otros sitios para las medidas de barrera como los trajes, los guantes, las gafas, etc. A pesar de la tranquilidad que le da el lugar en el que labora, cuenta que en sus círculos sociales se acabaron las manifestaciones que implican un contacto físico.

“ En este momento nosotros nos sentimos rechazados totalmente por la ciudadanía”

Cesar Ariza trabaja como paramédico en Ambulancias Médicas Profesionales S.A. Su relato es una contundente denuncia sobre la falta de insumos de protección para él y sus compañeros en todo el territorio nacional. Dice que están a la espera de lo que el gobierno ha prometido para enfrentar la pandemia, y asegura, con enojo, que es urgente que el gobierno deje de sacar decretos en papel, los necesitan convertidos en realidades ya.

“No tememos por nuestras vidas, tememos por las vidas de nuestras familias”

Esta enfermera jefe de una prestigiosa fundación de salud de Bogotá asegura que el país no está preparado para afrontar un pico de la pandemia, a pesar de contar con excelentes médicos y enfermeras. Reconoce que en este momento no cuentan con los trajes de protección que usa el personal de salud en Wuhan. Además, con angustia, expone que el personal de salud no teme por sus vidas, sino por el riesgo que corren sus familias de ser contagiados por ellos.

“Nos dijeron que no había más dinero, que había sido imposible conseguir más implementos”

Annie Herrera, médica general en Neiva, expresa que el estado del lugar en el que trabaja es lamentable, porque es un establecimiento antiguo que carece de mantenimiento. Le preocupa que le entregaron un tapabocas N95 que se lo cambian cada 8 o cada 15 días, pese a que la literatura recomienda desecharlo frecuentemente. Teme por su salud y por la de los pacientes, pues reconoce que no cuentan con lo que se requiere para salvar la vida de un paciente crítico con Coronavirus. Cree que no salir contagiada será muy difícil.

“Me toca con bolsas de basura y amarrarmelas con esparadrapo... es meterse a la guerra sin con qué pelear.”

Mateo Ochoa Ramírez, médico general, trabaja en el área de urgencias de una clínica de primer nivel en Honda, Tolima. Relata que no tienen suficientes elementos de protección; incluso cuando llegan pacientes sospechosos de Coronavirus debe cubrirse con una bata, bolsas de basura y esparadrapo. Sus temores son poner en riesgo a su familia y tener pacientes complicados a los cuales no se les pueda brindar una atención efectiva.

“Nadie se pone en los zapatos del médico, porque antes que médico soy humano, soy mujer, soy esposa, soy hija”

Danna González, médica general de consulta prioritaria de la U.B.A. en la Clínica Cristo Rey en Cali, expone que la IPS donde trabaja aún no está preparada para atender la pandemia, pues sólo se ha implementado la telemedicina, y afirma que a todos los médicos los dotaron con un solo tapabocas que deben reutilizar durante todo un mes. Hoy se siente triste y decepcionada por el valor que, dice, ha perdido su profesión. Sin embargo, es enfática al asegurar que está dispuesta a llegar hasta donde pueda, hasta donde su familia se lo permita.

“Algunos políticos del pueblo han venido al puesto de salud a pedirnos tapabocas a nosotros”

Una médica que labora en un hospital de Chocó compartió su testimonio por escrito; no quiere que sepan su nombre ni que reconozcan su voz. Sin embargo, desea que se conozca que en ese departamento, en el que aún no hay casos de Covid19, no hay suficientes elementos de protección. Solo cuentan con un par de trajes desechables y un par de máscaras N95.

*Una persona de nuestro equipo lee su testimonio en el audio.

Créditos

Dirección

Juliana Castellanos Díaz

Diseño gráfico y montaje

Vanessa Martinez

Edición de sonido

David Hernández

Equipo periodístico

Laura Poveda- Diego Prieto

Miguel Cruz- Camila Paladines

Paula V. Gallo- Diego Lozano

Jefferson Ramirez- Laura Niño

Nicolás Díaz- Felipe Lozano

Colaboración

Julieth Casas- Carlos A. Mayorga

Created By
Vanessa Martinez
Appreciate

Credits:

©Todos los derechos reservados

NextPrevious