Aunque las estadísticas oficiales destacan las situaciones de agresiones contra la mujer, que superan ampliamente los casos de violencia doméstica, los hombres y adultos mayores -en menor proporción- también son víctimas de abusos por parte de sus familiares.
Durante el pasado mes de marzo en varias regiones del país y municipios de Norte de Santander se hicieron foros, talleres y diversas actividades para hacer énfasis en las situaciones que genera la violencia intrafamiliar contra las mujeres, casos que preocupan a expertos y autoridades por la incidencia negativa que pueden tener en la sociedad.
Tan solo en el departamento, según cifras de Medicina Legal, se registraron el año pasado 592 denuncias de mujeres que fueron agredidas por personas de su entorno, pero este tipo de violencia no solo las afectó a ellas.
De acuerdo con las mismas estadísticas oficiales los hombres y adultos mayores, en menor proporción, también fueron agredidos por sus familiares en fenómenos que son poco analizados y divulgados ante la menor demanda que existe en estos casos.
La Opinión habló con expertos y afectados por este flagelo. A continuación compartimos a nuestros lectores la ‘radiografía’, mapas y números que la violencia intrafamiliar está generando en Norte de Santander, comenzando hoy con las agresiones que sufren los hombres.
Los hombres también sufren agresiones
Aunque a Juan*, un administrador de empresas y comerciante de 47 años, su pareja no lo ha agredido físicamente; sí se ha sentido vulnerado por su esposa que con sus gritos y desplantes, según él, lo ha afectado a tal punto que lo obligó a denunciarla ante una Comisaría de Familia por maltrato psicológico.
Juan*, había perdido autoridad con sus hijos por el trato de su esposa, por eso acudió a un funcionario de la Defensoría del Pueblo que le indicó que la ruta para denunciar debía comenzar reportando su caso ante una de las Comisarías que hay en la ciudad.
El profesional forma parte de los 56 casos de violencia intrafamiliar que igual número de hombres reportaron en el año 2020 a las autoridades en Norte de Santander y figuran en los registros de Medicina Legal. Aunque los casos denunciados son aparentemente pocos, la cifra es inferior a los 117 casos que se habían denunciado en el 2019. En los últimos años la cifra más alta (185) se registró en el 2016.
A pesar de que los números contra los hombres están muy alejados de los casos que a diario sufren las mujeres, y que son más mediáticos, sí hay un fenómeno presente en la región y el país donde el llamado “sexo fuerte” también es víctima del maltrato doméstico que puede provenir no solo de la mujer, sino también de los hijos y otros familiares.
Narda Liliana Parra Quiñones, psicóloga cucuteña con 28 años de experiencia en su trabajo, asegura que los números de violencia contra el hombre deberían ser superiores a las que se conocen oficialmente porque la mayoría de los afectados, por vergüenza al escarnio público, no denuncian.
“Esta violencia se da por muchos aspectos. Primero que todo en la cultura regional nos enseñaron que las mujeres nortesantandereanas somos bravas, aguerridas y poco nos enseñaron a hablar y comunicarnos", dijo la psicóloga.
Algunas veces esa violencia es física, pero algunas veces es psicológica, verbal, la mujer grita al hombre (frases como) “tú no eres capaz”, “tú no eres un verdadero hombre”.
"Cuando el hombre denuncia, esa situación genera muchos chistes y burlas. Entonces el hombre, en la poca dignidad que tiene como varón, prefiere no denunciar”, agrega Parra Quiñones.
La reconocida psicóloga narra que, en algunos casos, la diferencia en los ingresos económicos también genera alguna especie de maltrato de la mujer hacia el hombre que es “arrinconado” y puede perder autoridad ante sus hijos.
“La violencia va desde lo más pequeño hasta lo más grande: el golpe, atentar contra la vida de la persona".
Pero también empieza desde actitudes, manoteos, cosas tremendas. Yo escribí un artículo para una revista sobre el matriarcado y el daño que este produce sobre los esposos y los hijos que de ver que las mamás son las que mandan en la casa se voltean todos los roles.
"Los hijos empiezan a sufrir muchísimo emocionalmente en esta situación porque el varón muchas veces es arrinconado, inutilizado y los hombres empiezan a sufrir problemas en su área sexual, esa es una de las consecuencias”, concluye la profesional.
Jorge Cañizares, sociólogo y psicólogo especializado en terapia de pareja, dice que a diferencia de países como España, donde este fenómeno es analizado con mayor profundidad y detenimiento, en Colombia son escasos los informes que existen sobre esta problemática y deberían analizar con más detalles los referentes generadores de violencia hacia los hombres.
“Estamos en mora en el país de estudiar más a fondo este fenómeno y que las secretarías de equidad de género, en las gobernaciones y alcaldías, también dediquen parte de sus esfuerzos y presupuestos a la prevención y a dotar a los hombres de las herramientas que los motiven a denunciar a sus agresores para que podamos construir verdaderas familias que puedan tener la premisa del respeto mutuo”, añade Cañizares.
Si bien en algunas inspecciones de Policía, comisarías, Fiscalía y Medicina Legal se tienen documentados algunos casos de violencia física de mujeres contra hombres, y son de conocimiento de expertos en el tema como la psicóloga Parra, para otros analistas esta situación tendría otra connotación.
Alejandra Vera, abogada, feminista y directora ejecutiva de la Corporación Mujer, Denuncia y Muévete, considera que la mayoría de las mujeres acusadas de agresoras están, según ella, defendiéndose del agresor (hombre) y de una violencia que sufren desde hace mucho tiempo.
“Hay casos de mujeres que nunca se habían defendido. En nuestros análisis no hemos encontrado casos de mujeres que agredan a los hombres”, manifiesta Vera.
Juan*, quien está a la espera de que se defina su situación ante la demanda que instauró a su esposa, pues con ella no llegó a ningún acuerdo en la Comisaría, difiere del concepto de la feminista y asegura conocer otros hombres que estarían sufriendo violencia física de sus parejas, hijos y otros familiares.
“Yo no he sufrido ninguna agresión física, pero me he enterado de otros hombres que sí la han vivido, pero no se atreven a hablar públicamente de lo que están viviendo porque les da pena y vergüenza. El llamado que hago es al respeto mutuo y que tanto hombres como mujeres denuncien ante las autoridades a los familiares que los están agrediendo. En las Comisarías de Familia e Inspecciones de Policía se pueden denunciar los casos, que si son graves, los remiten a la Fiscalía”, agregó Juan*.
El comerciante, que buscó ayuda profesional para mejorar su autoestima, pide a las autoridades y colectivos de géneros incluir en sus investigaciones e informes este fenómeno que de manera soterrada se registra en Norte de Santander, teniendo como principales focos los centros urbanos más poblados: Cúcuta, Ocaña y Pamplona.
Adultos mayores, víctimas de agresiones domésticas
Al igual que como sucede en el caso de los hombres, las cifras de violencia contra los adultos mayores distan de los registros contra las mujeres, pero también son un fenómeno que ocurre en nuestra región.
Pese a que las cifras contra los adultos mayores disminuyeron en el 2020 con relación a lo registrado en el 2019, entre los años 2016 y 2019 los casos denunciados venían aumentando teniendo a la capital nortesantandereana como el municipio donde más hechos de este tipo se han denunciado.
En el último lustro el peor año para adultos mayores como Benedicto* fue 2019, cuando fueron reportados 74 casos de los cuales 46 ocurrieron en hombres y 28 en mujeres. En esa época se registraron 48 casos en Cúcuta.
Benedicto*, un exdocente pensionado de 83 años, perdió a su esposa hace una década y desde entonces vivía con uno de sus 6 hijos y dos nietos que, según él, lo agredían física y psicológicamente el tiempo que convivió con ellos.
“Después de la muerte de mi esposa mis familiares comenzaron a maltratarme y a manejar el dinero de mi pensión sin mi consentimiento. Un vecino me aconsejó que los denunciara y ahora vivo con otro hijo que me trata muy bien”, narra el octogenario.
La suerte de Benedicto* no lo han tenido otros adultos mayores que, incluso, han sido abandonados en las calles según lo relata Angélica Osorio, coordinadora de Proyectos del Departamento Administrativo de Bienestar Social de la Alcaldía de Cúcuta.
La funcionaria, quien en el 2020 dirigió el Programa de Adulto Mayor de la administración municipal, dijo que el abandono y la negligencia también se constituyen en tipos de violencia que hay que abordar.
En el año de pandemia la Alcaldía, a través del Centro de Protección Integral, atendió a 155 adultos mayores que, en algunos casos, habían decidido salir de sus hogares por las repetidas agresiones que sufrían a diario.
“La mayoría de situaciones se da por situaciones económicas porque a algunos de ellos, sus hijos les quitan los subsidios. En esa discordia son agredidos y los hijos administran ese dinero que ellos reciben. Ellos ya no tienen la misma capacidad activa y son considerados estorbos. Algunas personas nos piden que internemos a sus papás en el Centro de Protección porque hay una concepción errónea de que la Alcaldía debe hacerse cargo de los adultos mayores a los que no quieren tener en sus casas”, añade Osorio.
La psicóloga Narda Liliana Parra asegura que las cifras oficiales no reflejan la realidad porque, según su experiencia, son muchos los abuelos que evitan denunciar a los familiares que los agreden porque dependen de ellos para todas sus actividades.
“Ocurren situaciones donde los hijos fueron creciendo con resentimiento hacia sus padres, por una u otra razón, y cuando estos papás (por la edad) se debilitan, y antes eran fuertes y de pronto violentos y agresivos, los hijos repiten el patrón que aprendieron de sus padres y los maltratan, humillan y golpean”, complementa Parra.
Aunque en el Centro de Protección la Alcaldía ofrece a los adultos mayores protección integral, alimentación, asistencia médica, terapias ocupacionales y físicas y mejoramiento en calidad de vida, le compete a las Comisarías de Familia y Fiscalía restablecer los derechos de los abuelos que en condiciones adversas requieren del apoyo institucional para evitar ser maltratados.
Amanda Pérez, psicopedagoga que ha trabajado con varias fundaciones en atención a adultos mayores, coincide en que muchos afectados no denuncian los vejámenes que sufren a diario para no quedarse solos y no abandonar los bienes que consiguieron durante su etapa productiva.
La experta propone que desde la institucionalidad se generen las condiciones y rutas suficientes para que los abuelos puedan denunciar las situaciones que están sufriendo sin temor a represalias de sus agresores.
Mujeres, las más agredidas en 2020
Rosaura*, una ama de casa que vive en un barrio de clase media en Cúcuta, perdió la cuenta de las oportunidades en que su esposo la agredió físicamente tras llegar ebrio a su casa. En varias ocasiones debió acudir al servicio médico para tratar las lesiones que su pareja le hacía.
La madre de dos niños, de 11 y 7 años, se separó de su pareja en el 2018 después de un extenso litigio que debió soportar para que un juez fallara a favor de la demanda que había interpuesto por la manutención de sus hijos.
En situaciones similares a las de Rosaura, y otras relacionadas con violencia intrafamiliar, fueron 592 los casos relacionados en el año 2020 en Norte de Santander, destacándose las 1.174 demandas del año 2017.
Alejandra Vera, directora ejecutiva de la Corporación Mujer Denuncia y Muévete, dice que la cifra real en el departamento debería ser superior porque, basada en el seguimiento que hacen a los casos, “de cada 100 mujeres que sufren de violencia intrafamiliar solo dos logran poner la denuncia porque el 98% tienen barreras de desconocimiento, formación y algunos funcionarios las revictimizan”.
Johanna Patricia Reyes, secretaria de Equidad de Género de Cúcuta, manifiesta que las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que una de cada tres mujeres y niñas en el mundo, han experimentado violencia física o sexual a manos de su pareja o de terceros.
“Importante advertir que la violencia de género es un fenómeno global que trasciende límites de edad, estatus socioeconómico, nivel educativo y situación geográfica. El machismo es la principal causa de la violencia de género. Pero la violencia de género no es solo una causa sociocultural y de desigualdad en derechos, oportunidades, sino que también es consecuencia de ella”, agrega la funcionaria.
"El machismo es la principal causa de la violencia de género. Pero la violencia de género no es solo una causa sociocultural y de desigualdad en derechos, oportunidades, sino que también es consecuencia de ella”
“De acuerdo con los informes de Medicina legal, entre el 25 de marzo y el 11 de agosto de 2019 hubo (en el país) 15.342 casos de violencia contra la mujer, mientras que en 2020 se reportaron 7.592. Sin embargo, al revisar los registros en las líneas de atención para reportar violencia intrafamiliar se observa que, mientras en 2019 se recibieron 7.852 llamadas en los mismos meses, en el 2020 las denuncias telefónicas fueron de 15.777. Si las llamadas no coinciden con el número de denuncias, entonces se infiere un subregistro”, agrega la funcionaria.
Según Reyes, desde la Alcaldía de Cúcuta se trabaja en prevención de violencia de género y protección para las mujeres, adolescentes y población diversa con sensibilización y promoción de los derechos humanos para prevenir e identificar violencias, pedagogía casa a casa con caracterización del hogar a fin de conocer mejor los casos y activando rutas de atención integral.
“Activamos la Línea de vida hace un año, una línea telefónica gratuita y de WhastApp 350 750 5351 donde las mujeres llaman o escriben y les contestan mujeres trabajadoras sociales que las escuchan, les explican sus derechos, evalúan riegos de seguridad y activan rutas, brindan atención psicosocial y jurídica. Adelantamos actividades pedagógicas con el concurso de la sociedad civil para educar más sobre el derecho a una vida libre de violencias en zona urbana y rural y este año tenemos la meta de empoderar a mujeres con 400 unidades productivas a fin de aumentar sus capacidades de generación de ingresos, con miras a contribuir en autonomía”, asegura la secretaria de Equidad.
Violencia de pareja
Aunque en el último año se redujeron en Norte de Santander los casos de violencia de pareja, al pasar de 1.203 en el 2019 a 648 en el 2020, en esta clasificación también aparecen casos contra hombres, pero muy por debajo de las situaciones que en pareja ocurren contra las mujeres.
En este ítem el departamento figura en la casilla 17 del listado de las regiones donde el año pasado se denunciaron más ataques de pareja. Bogotá, Antioquia y Cundinamarca son las zonas del país donde más casos se registran.
Para Marina Lozano Ropero, secretaria de La Mujer (e) de Norte de Santander, es necesario que las mujeres víctimas de violencia de pareja conozcan la ruta de atención donde puede recibir ayuda y acompañamiento sicosocial.
“Lo primero que la mujer víctima debe tener en cuenta es que no está sola. Lo segundo es que eres la víctima y no la culpable de la agresión. La denuncia es gratuita, no se necesita abogado para realizar los trámites”, dijo Lozano.
La funcionaria añadió que “en la Casa de la Mujer Empoderada, la cual se encuentra ubicada en la calle 10 AN #15E-20, del barrio La Esperanza, en Cúcuta, podemos orientar a las mujeres. Les establecemos la ruta a seguir, según el caso, con las instituciones encargadas de brindar apoyo a las mujeres”.
Rutas para denunciar
Las mujeres, hombres y adultos mayores que sean víctimas de abusos pueden denunciar a los agresores de forma verbal o escrita, en primera instancia, en los Centros de Atención Integral a Víctimas de Delitos Sexuales de la Fiscalía, que atienden de lunes a viernes de 8:00 a. m. a 12 del mediodía y de 1:00 a 5:00 de la tarde, o en las Unidades de Reacción Inmediata (URI) de la Fiscalía, que prestan su servicio en todo el país las 24 horas del día.
La denuncia también puede hacerse en las estaciones de Policía o en las Unidades de Policía Judicial como la Dijín, Sijín o el CTI. Estas remiten el caso a la Fiscalía y trasladan a la víctima a Medicina Legal.
Para establecer la gravedad de las lesiones y el estado en que se encuentra la víctima después de la agresión, la autoridad que recibe la denuncia remite a la víctima al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Las Comisarías de Familia reciben denuncias en casos de violencia intrafamiliar para remitirlas a la Fiscalía. Estas pueden ordenar medidas de protección como expulsar al agresor de la casa y retirar ropa, documentos y elementos indispensables para la víctima. En el caso de tener hijos, las Comisarías pueden resolver provisionalmente el tema de la custodia y cuota de alimentos de los menores y obtener protección de la Policía.
En todas las ciudades hay Centros Zonales de Bienestar Familiar. Sin embargo, solo atienden casos en que se encuentren involucradas personas menores de 18 años. Si la agresión se trata de abuso sexual, está facultado para recibir la denuncia y trasladarla a la Fiscalía. Además, debe velar por la protección, restablecimiento y garantía de los derechos de los menores involucrados (víctimas y agresores) y a la víctima debe ofrecerle apoyo integral, incluyendo un albergue seguro.
Defensoría del Pueblo y Personería Municipal: les corresponde velar por la promoción, el ejercicio y la divulgación de los derechos humanos, tanto de víctimas como de agresores en casos de violencia. Prestan asesoría y ayuda gratuita a las personas que requieran apoyo para la defensa de sus derechos humanos, prevenir vulneraciones de sus derechos o restablecimiento de los mismos, por ejemplo, para la formulación de derechos de petición o acciones de tutela.
2020, la cifra más baja en violencia intrafamiliar
EI Instituto Nacional de Medicina Legal reveló que entre 2016 y 2020 el año con el mayor número de casos de violencia de intrafamiliar en Norte de Santander fue 2016 con 1.353 denuncias. El año pasado fueron registrados 648 casos.
Estas cifras revelan una notable reducción en los últimos cinco años en el departamento, que caen más del 50 por ciento desde el 2016. Una tendencia que también tiende a la baja a nivel país de 50.707 casos reportados en 2016 a 30.551 en 2020.
De acuerdo con las estadísticas, Norte de Santander se situó, en promedio, en estos cinco años, en el puesto 16 a nivel país, sin llegar a estar nunca en los primeros lugares.
En Colombia, en estos cinco años, siempre estuvieron en los primeros cinco puestos Bogotá, Antioquia, Cundinamarca y Valle del Cauca, seguidos de Santander y Atlántico. La cifra más alta de denuncias por violencia intrafamiliar la obtuvo Bogotá con 12.888 casos, denunciados en 2016.
Claudia Alejandra Terra, licenciada en educación, defensora de Derechos Humanos y líder comunal en Cúcuta, analiza que la disminución en las cifras en 2020 tienen su explicación en el desconocimiento de las rutas de atención para las personas víctimas de la violencia de pareja, entre otras causas.
“La virtualidad es una situación en que la gente no tuvo acceso para entablar las correspondientes denuncias. El temor es otro factor para que las cifras no se den. La gente no informa por miedo a la pareja, por vergüenza. La violencia no solo viene del hombre sino también de la mujer y el hombre no denuncia por pena”, señaló.
Para Terra, otro factor, que no se refleja en las cifras, es que la gente asume que la violencia es solamente la física, pero también es psicológica, económica y sexual, y esta menos se expone ante las autoridades encargadas.
La líder asegura que existen además fallas en las líneas de atención a parejas víctimas de violencia y en su experiencia las denuncias virtuales han sido un fracaso.
“En el tema de mujeres es la falta de empoderamiento y conocimiento y el tema de las rutas. Hay teléfonos donde una máquina es la que atiende a las personas y la denuncia virtual no sirve para nada. Entonces, el aparato judicial no funciona y se genera falta de credibilidad”, dice.
Para muchas parejas la pelea- asegura- es “parte del paisaje” y es normal que discutan y se digan cosas y maltraten. “Todo eso sucede porque la gente se va adaptando al sistema y creen que eso es normal”, agrega.
Otra explicación, a esta baja, es que muchas parejas decidieron acabar sus problemas con la separación y así solucionaron todo y quedaron atrás los maltratos que pudieron ser denunciados de parte y parte. Por ello, cree que aún falta, primero que todo, una cultura de la denuncia.
“Ahora, la violencia intrafamiliar se presenta no solo entre parejas sino entre hijos, padres y hermanos. Cuando llega la Policía a estos casos solo cumple con bajar la efervescencia de la pelea, pero a quien le corresponde hacer la denuncia, no lo hace”, resalta.
Por último, considera que hay que trabajar en el tema de la familia porque es la base de la sociedad y esa desintegración ha llevado a las diferentes clases de violencia bajo el mismo techo de los hogares.
*Nombres cambiados por solicitud de las fuentes.
Créditos:
Félix Leonardo Quintero - Editor de audiencias
Hugo Fernando González - Editor dominical
Laura Serrano - Periodista Judicial