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Telefonistas, las voces de una época década de 1920 • historia de las telecomunicaciones

En 1876 Graham Bell patentó el teléfono, un invento que trajo consigo la organización de un sistema de comunicación gestionado en centrales telefónicas y la aparición de un nuevo empleo, el de telefonista. La incorporación de la mujer a este puesto llegaría dos años más tarde, en 1878, contratadas por primera vez por la Compañía de Bell y sentando un precedente para el futuro.

Surgía así la aparición de una figura fundamental en la historia de las telecomunicaciones, la voz (femenina) de una época.

Al otro lado del teléfono

En esta postal del archivo documental de Telefónica que data de agosto de 1920, tres operadoras adolescentes miran a la cámara y sonríen. En la pared, un cartel recuerda el reglamento básico a seguir:

«Guardar silencio, tener actividad, ser lacónicas, ser amables, repetir los números, no escuchar conversaciones»

La amabilidad era una cualidad profesional que todas las telefonistas debían desarrollar y cuidar. En las primeras centrales telefónicas de Estados Unidos se emplearon muchachos como telefonistas. Hombres jóvenes que se habían encargado hasta entonces de la entrega de telegramas, ahora se exponían a un alto nivel de estrés y a tareas que requerían de mucha paciencia. Los resultados no fueron los esperados, así que pronto los sustituyeron por mujeres con experiencia en telecomunicaciones por su trabajo como telegrafista. Con un talante más disciplinado y diligente, resultaron mucho más cuidadosas en el trato con los clientes.

El trabajo de una operadora requería coordinación, concentración y eficiencia.

Las trabajadoras tenían que actuar como una pieza más de un engranaje perfecto para tramitar las llamadas con la mayor brevedad posible y solventar cualquier situación inesperada con calma y profesionalidad . El Departamento de Tráfico se encargaba de elaborar estadísticas detalladas de los principales parámetros de las llamadas. Para sus gestores, la pérdida de un segundo se traducía en molestia para el abonado, que podía juzgar mal el servicio; y la acumulación del tiempo perdido en un día por varias operadoras, sumaban horas, que suponían dejar de atender llamadas.

¿ Sabías qué...? A finales del siglo XIX, las operadoras tenían que trabajar de pie y agacharse para realizar las conexiones. Este tipo de centrales desapareció en los años veinte.
❝ Ha de llegarse a tal grado de perfeccionamiento que las operadoras, mientras están en su posición, han de parecer autómatas, es decir, que los movimientos que hagan, las frases que pronuncien, se hagan y digan de tal modo que no haya ni una vacilación ❞

«El Departamento de Tráfico en general y el personal de operación en particular», CTNE, Curso de Conferencias Semanales, (noviembre de 1927)

Si un cliente de Ronda quería hablar con un pariente en Oviedo, debía esperar un mínimo de cinco minutos. Así era el proceso:

  1. La telefonista pedía el número de destino, escribía los datos en un ticket de llamada, seleccionaba un enlace con Málaga capital y esperaba a que una compañera de ese centro contestase.
  2. Le pasaba la información y la operadora de Málaga entraba en contacto con una telefonista de la sala interurbana de Gran Vía.
  3. Se establecía el tramo de conexión Madrid-Oviedo y la telefonista de Asturias marcaba el número de la llamada abonada. Cuando atendían a la llamada, decía una frase tipo: «Conferencia desde Ronda, espere que le paso…» e informaba a su compañera del éxito de la operación.
  4. Por último, la operadora de Ronda hacía saber al cliente que llamaba que podía empezar a hablar con Oviedo.

La jerarquía en una central manual

Las funciones se dividían entre telefonistas y supervisoras. La telefonista era la que realizaba las conexiones y hablaba con los clientes. La supervisora, conocida como "vigilanta", era la encargada de repartir el trabajo entre las posiciones, organizar los turnos y descansos, atender incidencias y formar a las telefonistas más jóvenes. Era un mando intermedio al que solo podían ascender las telefonistas veteranas. Por encima de las "vigilantas" se encontraba la jefa, el cargo de mayor responsabilidad al que podían aspirar estas empleadas y un puesto que, hasta la fecha, había sido mayoritariamente masculino.

La rigidez en el escalafón se mantuvo durante años. Según María Luisa, teleoperadora entre 1953 y 1987, "Telefónica estaba militarizada". Su relato es un fiel testimonio de la organización y actividad de una central en aquella época.

Las plantas 4ª y 5ª del Edificio Telefónia en Gran Vía estaban destinadas a líneas interurbanas, oficinas y salas de descanso, comedor, guardarropas y dormitorios de operadoras.

Las jornadas de trabajo en Telefónica eran de siete horas, salvo el turno de noche que era de seis, y las trabajadoras podían estar como máximo cuatro horas seguidas frente al cuadro. Los descansos estaban pautados y las supervisoras se ocupaban de controlar cuándo debían producirse para no dejar desatendido el servicio. Para estos periodos de descanso, había salas de acceso exclusivo para las telefonistas.

❝ ¿Dónde hay allí sitio ni tiempo para la imaginada taza de café o la novela o el chisme o el chicoleo con el abonado? Entré de puntillas y no vi más que espaldas azules curvadas sobre unos diálogos tan automáticos como los instrumentos. Ofrecían geografía: «¿Qué ciudad desea?» ❞

José María Pemán, «Desagravio a las telefonistas», ABC, (9 de mayo de 1964)

Señoritas telefonistas trabajando en cuadros interurbanos y mesas de información. (Archivo Fotográfico de Colección Telefónica)
¿Sabías qué...? Encontrarse con mujeres en un contexto laboral resultaba inesperado para muchos en aquella época. En ocasiones, los abonados convertían la interacción con las telefonistas en intentos de seducción y el matrimonio supuso durante un tiempo el final de su carrera.

Un icono publicitario

La llegada de Telefónica a España trajo consigo la utilización de la figura de la telefonista como imagen publicitaria. El prototipo de mujer sonriente y amable fue explotado por los publicistas de la compañía 'American Telephone & Telegraph' desde principios del siglo XX. La operadora, era el elemento femenino de la telefonía, mientras que el masculino lo representaba el técnico atlético que desafiaba al peligro trabajando en postes de gran altura.

Las telefonistas se convirtieron en una de las imágenes de modernidad de la nueva compañía, eran jóvenes, independientes y vestían a la moda.

La profesionalidad de estas trabajadoras hizo que mantuvieran el servicio incluso durante las peores crisis. Así ocurrió en Gran Vía, que no dejó de funcionar ni durante el asedio de Madrid en la Guerra Civil. Lejos de circunstancias tan trágicas, las telefonistas fueron uno de los símbolos de Telefónica, entonces llamada Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) durante sus primeros cincuenta años de existencia. Por el trato cotidiano con el público se convirtieron en parte del paisaje sentimental de esas décadas.

Archivo Fotográfico de Colección Telefónica
¿Sabías qué...? La última central manual de teléfono activa en España fue la de Polopos, un pueblo de Granada. Su cierre en 1988 marcó la desaparición del puesto de telefonista en nuestro país.

Su recuerdo pervive

Sugerente y cautivadora, la historia de las telefonistas en España durante la década de 1920 sigue atrayendo la atención del público casi 100 años después.

En 2017, las telefonistas volvieron a la actualidad con 'Las chicas del cable'. Una serie de televisión inspirada en los años de la creación de Telefónica en Madrid. En 2018, con motivo del estreno de la tercera temporada, el edificio de Gran Vía sirvió como escenario promocional tras la firma de un acuerdo entre Telefónica y la plataforma Netflix.

❝ Me llamo Carmen, tengo 78 años, y fui una chica del cable ❞
❝ Para mí fue lo mejor de mi vida. Llegar a tu puesto y ver el panel... ya era magia ❞

En 2019 se celebró el 90 aniversario del emblemático edificio, el lugar de trabajo de nuestras protagonistas en la realidad y en la ficción.

En conmemoración de esta fecha, presentamos el libro '1929 - 2019. Gran Vía, 28' de Javier García-Algarra. Una publicación que recoge la transformación de Telefónica durante las nueve décadas de existencia de este edificio y que ha servido como principal fuente de información para la elaboración de este contenido.

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