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ANÁLISIS SOBRE EL PRIMER AÑO DE GOBIERNO DE ARCE Conversatorio ANF

Con el permanente afán de contribuir al diálogo democrático y constructivo, el pasado 3 de noviembre se desarrolló un conversatorio virtual para realizar un análisis crítico acerca del primer año del Gobierno de Luis Arce, a invitación de la Agencia de Noticias Fides (ANF) y en el que participaron: María Teresa Zegada (socióloga y analista política), Pedro Portugal (historiador e intelectual indianista), así como los sociólogos Claudia Condori y Saul Flores.

De inicio se señaló que para evaluar un año de la gestión del Presidente, hay que tener presentes dos contextos. El primero tiene que ver con el hecho de que la elección de octubre de 2020 que fue ganada con el 55%; Arce representaba el retorno de la estabilidad económica así como la resolución de los problemas de salud en torno a la pandemia de Covid-19, y los sectores ciertamente apostaron a ese discurso de Arce.

Un segundo contexto es la asociación, deliberadamente construida, de la figura de Arce con el auge económico del gobierno anterior, sumado a la desastrosa gestión del gobierno transitorio de Añez.

Entonces, si se miran las promesas electorales hechas en la campaña electoral de Arce, todo eso está “muy venido a menos”. Su política estrella probablemente ha sido la de las vacunas, lo cual no significa que se hayan resuelto los problemas estructurales de salud. Ante ello, muchos ciudadanos están viendo la administración política de este Gobierno con cierta desconfianza, como también los sectores sociales que -de cierta manera- se están viendo afectados por las políticas del mismo.

El actual Gobierno acusa al Gobierno de Añez de los males (actuales), cuando estos pasaron hace ya más de un año, y está apostando a una oposición supuestamente amenazadora cuando esa oposición, en términos de realidad política, es casi inexistente y está totalmente disminuida incluso en su rol de representación parlamentaria. Las consecuencias son que el Gobierno está construyendo un enemigo que está evidentemente armado.

Cuando un Gobierno pierde hegemonía pasa a una fase de dominación, y cuando esto sucede hay un estrechamiento de la capacidad estatal de expandir su legitimidad social; o sea, cuando el Gobierno de Evo Morales gozaba de una hegemonía no solamente electoral, sino también social, hubo momentos de mucho apoyo, pero en este momento no goza de esa hegemonía, el voto no se ha traducido en una legitimidad y les está conduciendo a asumir una postura más bien de dominación. El propio Arce le ha dado demasiado peso a lo político frente a la gestión que se esperaba, y ha asumido ese peso político con un perfil de control de la sociedad, de neutralizar las amenazas opositoras a través de las medidas de judicialización que están provocando que la sociedad comience a cuestionar la gestión de Gobierno

Ante ello, se están empoderando sectores de origen popular con más fuerza y el aparato de Estado está “escapando”. El Gobierno se ha abierto muchos frentes, por ejemplo, la marcha indígena desatendida totalmente por parte de un Gobierno que defiende, en teoría, los intereses de los pueblos indígenas. Por otro lado se hallan también el conflicto de la coca -que ya ha marcado un precedente-, los gremios en apronte por las leyes, las universidades movilizadas, los municipios alertas ante la última ley del plan nacional y también existen atisbos de protestas de sectores asalariados como los maestros, que estarían pidiendo que se cumpla el segundo aguinaldo.

A lo anterior se suma la burguesía empresarial de base ancha, la clase media emergente que tiene rostros de comercio, de transporte, de servicios que está mostrando su malestar con el Gobierno, lo cual sin duda es algo nuevo.

A tan sólo un año en el poder hay en general un malestar social en el país, cuando normalmente los primeros años la gente le da a un nuevo Gobierno el beneficio de la duda. El quiebre entre las expectativas generadas y lo que está pasando en la realidad es muy grande.

Pero, el problema no es solamente a nivel de Gobierno, sino también de la oposición. No hay figuras claras que formen una oposición válida y general a nivel de Bolivia, lo que se tiene son liderazgos regionales. La oposición no está a la altura, se le ha dado la oportunidad de un año, pero han demostrado lo nefastos que pueden ser, no tienen un proyecto de país.

Desde otra perspectiva, el análisis de la gestión de Arce se puede realizar también a partir de dos elementos: la figura de Luis Arce como presidente, y la presencia del MAS en este Gobierno.

En primera instancia hay una gran diferencia entre la “encarnación del mesías indígena” que representaba Evo Morales y el Presidente actual que carece de ese encanto político hacia las masas indígenas. Arce no es esa imagen de los humillados, no es el representante de los pobres, y él mismo ha dicho en algún momento que es de la clase media. Desde el momento en que ha nombrado a sus ministros, no ha podido tener esa capacidad de convocar a las masas. El hecho de ser un gran tecnócrata y uno de los mejores ministros no es suficiente para tener contentas a las masas. En los pueblos no genera convocatoria y definitivamente no representa a los indígenas.

Asimismo, no es un sindicalista y lo ha demostrado en el nombramiento de ministros. Muchas de las organizaciones sociales han reclamado una presencia indígena pero Arce no aceptó. Seguramente, acercándose el año de gestión hay mucha presión de organizaciones que están pidiendo ministerios; en el desenlace se verá el poder de aquellas que están queriendo marcar un rumbo en el Gobierno de Luis Arce, ante lo cual – lamentablemente-, se muestra como un sujeto manipulable.

Por otro lado, el MAS es un partido político manejado por unos cuantos, entre los cuales el líder sigue siendo Evo Morales; prueba de ello son las elecciones del año pasado cuando los sindicatos, organizaciones y gremiales seguían siendo copados por el MAS. Ahora, el rol que juega el MAS dentro del Gobierno de Arce debería ser el de garantizar la gobernabilidad (y efectivamente hay algunos operadores del MAS que mitigan los conflictos sociales), sin embargo, a cambio seguramente pedirán mayor presencia en el gabinete.

También se puede señalar que se han empezado a construir ciertas figuras políticas interesantes dentro del partido, que tienen cierta proyección como por ejemplo el actual presidente del Senado, Andrónico Rodríguez. Puede que en las próximas elecciones se presente un conflicto de liderazgos.

Ahora bien, es preciso indicar que hay un MAS antes del ciclo crítico de hace dos años y hay un MAS posterior. Todavía no se puede hablar de un post evismo en el MAS porque Arce no significa necesariamente una renovación, es cautivo de la línea dura del MAS y parece no tener una autonomía respecto a la estructura del MAS. Su suman a ello la existencia de conflictos muy serios que demuestran un malestar también dentro de las filas, que obviamente le quitan fortaleza política y capacidad de recuperar su presencia.

Pero también hay una sociedad antes y después del MAS, movida por el tema del racismo y todo lo que ello ha detonado. El país está muy polarizado, y son las propias autoridades que están pensando en la lógica de si eres o no eres indio. Este es quizá uno de los grandes problemas de la sociedad, si eres o no pitita, si eres blanco o eres indio. A ello se suma una población que no confía en el Estado ni en sus leyes, pues es un Estado que nunca te ha dado algo ni te ha hecho sentir parte de un territorio.

Entonces cualquier ley que pueda sacar el Gobierno es vista por los sectores populares como una repetición de lo que siempre se ha hecho en Bolivia, una especie de idea reciente con cierto ímpetu que va a terminar por fracasar y que va a regresar a su normalidad. Este es tristemente el estado en el que se están jugando las cosas.

El Gobierno de Arce ha perdido la oportunidad de establecer una administración sólida. El 4 de noviembre de 1964, cuando hubo el golpe a Víctor Paz, se rompió un ciclo y todo lo que caracterizaba el MNR fue frustrado. Curiosamente hemos visto un escenario similar con las manifestaciones de noviembre de 2019; en 1964 el MNR confiaba en el apoyo obrero popular campesino al igual que el MAS hace dos años, pero no fue así. Los gobiernos se agotan en sus ciclos y son justamente las mismas transformaciones que realizan las que provocan su caída.

Arce no ha optado por empezar un nuevo ciclo ni ha asumido las lecciones del 2019 y los resultados de ello pueden ser catastróficos. Arce no se muestra como alguien que dirige un gobierno, sino como alguien que está preparando la venida -más o menos inevitable- de Evo Morales. Todo esto va creando conflictos y puede que se reproduzcan los mismos esquemas que ya deberían haber sido superados. Si bien es una incógnita lo que va a pasar en el paro indefinido, hay dos fuertes posibilidades: o la situación se desinflará y se entrará a nuevas etapas de discusión política o se van a acentuar los problemas y se repetirá lo que pasó en el año 2019. 

Redacción y Notas: Estefani Tapia

Diseño y diagramación digital: Carmen Julia Luján y Edwin Aliaga

Edición: Sergio Montes, sj

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