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Los históricos más vigentes que nunca

Roque Santacruz, Nelson Haedo Valdéz y Oscar “Tacuara” Cardozo forman parte de la camada de futbolistas paraguayos conocida como “los históricos”, que supieron darles grandes alegrías al hincha de la Albirroja años atrás. Nombres que levantaron bandera por el mundo dejando en alto a Paraguay, volvieron al país y lejos de venir para “cumplir”, hoy son figuras destacados en sus respectivos clubes. Y quieren más.

Un joven Roque Santacruz, con la camiseta de Olimpia.

A sus 38 años, Roque Luis Santacruz está en un nivel superlativo. Juega, hace goles y se ha convertido en uno de los jugadores más influyentes del actual plantel de Olimpia. Su vuelta al club, en junio de 2016, planteaba un retorno que apuntaba más a un retiro en lo inmediato. Era lo previsible; Tantos años recorriendo el mundo y con todas las lesiones a cuestas, lo normal hubiese sido esperar una despedida al finalizar el año, tal vez. Pero con Roque nada es normal.

La vuelta parecía un reencuentro de Roque con viejos amigos y la necesaria salida por el club que lo vio nacer, bañado por el cariño de su público. Sin embargo, de aquel re-debut ante deportivo Capiatá por el Clausura de 2016 (4-0) y con gol incluido, ya pasaron más de dos años. Y sin embargo, el “cuando no Roque” sigue muy vigente hasta hoy.

Tan vigente como el partido de la cuarta fecha ante Santaní, por la jornada de regularización del Apertura 2019. Faltando cinco minutos de un partido soporifero y de nervios para los hinchas franjeados, apareció la calidad de Santracruz para empatar un partido por demás difícil.

Estuvo, sin embargo, a punto de dejar el fútbol en el 2018. La temporada 2017 no fue la mejor para Roque, ya que sufrió un par de lesiones que lo alejó de las canchas.

El 30 de noviembre de 2018, hizo una declaración que pinta su grandeza, al programa Fútbol a lo Grande, de radio Monumental: “No me estaba sintiendo cómodo, no me gustaba la idea que me consideren por lo que hice en mi carrera y no por lo que podría hacer. No quería entrar solo 5 minutos para que la gente me salude, no quería jugar solo por ser símbolo. Para sentirme jugador necesitaba disputar un puesto, aportar y esa sensación no la tenía”.

Ese año Olimpia ganó los torneos Apertura y Clausura, además de llegar a la final de la Copa Paraguay, que perdió apenas por penales. Santacruz dejó en claro que el DT Daniel Garnero fue un gran impulso para que él pueda quedarse en el 2018. En esta temporada, Roque se reinventó; jugó 34 partidos, hizo 13 goles y logró un nuevo hito en su carrera; convirtió por primera vez cuatro goles en un partido. Fue contra Capiatá, en el Erico Galeano, la tarde de un domingo 28 de octubre. Aquella vez, Garnero lo reverenció.

“Roque es mucho más que estos cuatro goles. Es la punta de lanza de nuestro plantel” declaró después Garnero.

Cabello corto y grito de gol. Roque con la Albirroja, frente a Brasil en el histórico 2-0.

Se fue a sus 17 años al Bayern Munich cargando una mochila pesada después de deslumbrar a Sudamérica con la camiseta de Olimpia. Nacido en Asunción, su niñez se caracterizó siempre por el amor al fútbol; Su papá, Aproniano, fue futbolista y en su familia prácticamente todos sus hermanos practicaron este deporte en diferentes clubes. Pero Roque fue el que pegó el salto más rápido. Fue a Alemania, se adaptó, se consolidó después y supo brillar posteriormente en Inglaterra y España.

Años después se animó a enfrentar de alguna manera a Ricardo “Mono” Tavarelli, su excompañero en el Olimpia y la selección, pero fue por amor. El joven Santa Cruz se enamoró de la hermana del “mono”, Giselle. Después de cinco años de noviazgo, Roque y Giselle se casaron en el 2003. Hoy son padres de cuatro hijos.

A la Albirroja, Roque le dio todo de sí. Jugó más de 100 partidos con la selección, incluyendo juveniles y con 32 goles es el goleador histórico de la Albirroja. Hizo aquel gol para la primera victoria oficial contra la Argentina el 5 de setiembre de 2005 - haciendo dupla de ataque justamente con Nelson Haedo – y sigue siendo considerado hoy para formar parte del plantel, aunque por ahora, descarta esa posibilidad.

Hoy Roque sigue corriendo tras una pelota con la camiseta franjeada como hace 19 años. Lo normal sería pensar en el tributo a Roque, pero con él nada es normal. Roque sigue tributando a la gente con su fútbol en cada jornada.

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Haedo Valdéz saludando a su gente. Fue en su presentación como nuevo jugador azulgrana.

A Nelson Haedo Valdéz le brillaban los ojos cuando ingresaba para su presentación como nuevo jugador de Cerro Porteño, en un caluroso enero de 2017. La Nueva Olla todavía no era realidad, pero la presentación del “León” convocó a casi 10.000 fanáticos azulgranas.

"El sueño que tuve alguna vez fue regresar a casa y poder vestir esta camiseta, pero nunca me imaginé que pudiera ser recibido por tanta gente, es otro sueño cumplido" había dicho aquella tarde del 4 de enero, un emocionado Nelson Haedo, ya en conferencia.

Presentación de Haedo como refuerzo de Cerro en el 2017.

De aquella presentación pasaron dos años y un campeonato en medio. Además, la inauguración de la Nueva Olla le dio un cáliz diferente al ambiente azulgrana. La gente se reencontró con el fuego sagrado de acompañar al equipo, a pesar de resultados adversos.

Hoy, a sus 36 años, Nelson Haedo fue designado capitán del equipo principal de Cerro Porteño. Y un dato no menor; desde que tomó la capitanía, el Ciclón no paró de ganar. Al menos, en los primeros seis partidos. En medio de esas victorias se recuerda el doblete de Nelson para la importante victoria ante el Zamora, por Copa Libertadores. Uno de estos goles fue la joya de la semana de la Copa; una definición de taco del león guaraní para el 1-0 inicial.

Nelson Haedo Valdéz tiene una historia particular. Casi de novela. Vivió bajo las gradas del club Tembetary, cuando adolescente, ya que a los 15 años dejó su tierra; San Joaquín, de Caaguazú. Estuvo probando en clubes de nuestra capital hasta que le hablaron de ir al exterior y no dudó; tomó todo lo que tenía -su bolso de mano – y se fue a una tierra por demás desconocida. Alemania. Tenía apenas 16 años, pero sabía que ese país cambiaría su vida.

Pocos lo conocían en aquel entonces. Pero rápidamente empezó a ganar espacio en el siempre exigente fútbol alemán. Debutó en Primera en el Werder Bremen, en donde se consolidó. Conoció a Martynka, su esposa, compañera y madre de sus tres hijos. Tras 5 temporadas en el Bremen, pasó al Borussia Dortmund. De allí hizo un recorrido feroz por varias ligas del mundo; Desde Rusia, pasando por Grecia y España, hasta los Estados Unidos.

Para la dirigencia azulgrana, el nombre de Nelson Haedo siempre estaba en carpeta. Por el liderazgo y estirpe que tiene, siempre lo vieron como un jugador que encajaría con los requisitos para ser un ídolo azulgrana; un jugador salido del riñón mismo del pueblo, con la humildad a flor de piel y la mentalidad apuntando al sueño del cerrista; la máxima gloria.

Como nuevo capitán del barco azulgrana, Nelson Haedo tomó directamente el liderazgo de un plantel que empieza a funcionar como un equipo sólido y contundente. Los nombres van cambiando en el esquema de Jubero pero el funcionamiento se mantiene. Cerro consiguió una seguidilla de victorias, entre ellas las dos por la Copa Libertadores, en donde Cerro dio una verdadera sorpresa al ganar al Mineiro en su propio estadio por la primera fecha de la fase de grupos.

Con la Albirroja, el romance de Haedo fue amor a primera vista. La gente se identificó con aquella garra y las ganas que ponía. Aquel gol frente a Argentina en el Monumental, producto de guapeza y fuerza, más aquellas jornadas históricas en el Mundial y en Copas Américas, hizo de Haedo casi un símbolo de la selección. Más aún, tras la terrible experiencia vivida por Salvador Cabañas, quien en su mejor momento tuvo que dejar el fútbol tras aquel incidente en el maldito “bar bar”.

Quizás el gol más gritado por los paraguayos fue aquel de Nelson Haedo frente a la Argentina de Maradona y Messi. Aquella tarde del 9 de setiembre de 2009, el Defensores del Chaco rugió al compás de un león inspirado. Nuestro boleto al mundial de Sudáfrica prácticamente estaba asegurado con aquel triunfo, que costó, pero que fue muy festejado. Haedo Valdéz fue, en ese sentido, uno de los portaestandartes de esa Albirroja que se identificaba con la gente.

El hoy capitán de Cerro extendió su contrato con la entidad azulgrana hasta final del 2019. Todo indica que parece que su ciclo seguirá en barrio Obrero, en el club en el cual soñó jugar desde chico y cuyo sueño cumplió. Aquel chico que dormía bajo una gradería hoy es el emblema de este nuevo Cerro Porteño, que entusiasma a su pueblo camino a su sueño de toda la vida. ¿Pero quién mejor que Haedo para decir que los sueños se cumplen?

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La boca llena de gol. Tacuara en su mejor versión, el de festejar sus goles.

Dos temporadas y 20 goles en 34 partidos en el club 3 de Febrero de Ciudad del Este le bastaron a Oscar René Cardozo Marín para que los clubes de Asunción pusieran los ojos en él. Y el que se adelantó fue Nacional, allá por el 2004.

En el cuadro nacionalófilo, el delantero flaco y alto pero con una pegada terrible, consolidó su jerarquía. Si bien empezó un poco lento, en las temporadas 2005 y principalmente en el 2006 dejó muestras de su potencial goleador; 27 goles en 49 partidos le valieron una transferencia millonaria para Nacional al fútbol argentino.

Gol y a cobrar. Cardozo siempre se mostró para la Albirroja.

Para ese año ya no era Oscar Cardozo sino más bien “Tacuara”. Su figura alta, casi desganada, parecía encontrar una fuerza descomunal cuando se trataba de tener una pelota en frente. En Argentina formó dupla de ataque con Santiago Salcedo en un Newell's Old Boys de Rosario que peleaba todo, y cuyos hinchas guardan los mejores recuerdos de este formidable delantero.

El paso por Argentina fue exitoso. Muchos goles, asistencias y juego. A pesar de su estatura, Tacuara no solamente era un arma de hacer goles frente al arco, sino que también era un aliado estratégico para los demás delanteros. La experiencia argentina era un paso previo a la explosión Tacuara, algo que estaba muy cerca de darse.

Osar René aprendió a exprimir ubres en su natal Campo 9, hoy día Juan Eulogio Estigarribia, una localidad clavada en el centro de Caaguazú en donde el futuro, en aquella época, no era otro que buscar estudiar en Villarrica o quizás, los que tenían más suerte, probarían en Asunción, la capital de Paraguay, separada a unos 213 kilómetros de J. Estigarribia.

Ya desde aquellos tiempos, los amigos de Oscar lo llamaban Tacuara, haciendo referencia al mambú, una especie de caña larga y espigada que en la agricultura también es conocida como el “acero verde”. Entendible “apodo”, en verdad, para sus 1 metro con 93 centímetros de altura, que combinados con su delgadez total, se convirtió en una invitación para aquellos inventores de apodos que nunca faltan en los barrios, y que en Oscar René encontraron algo casi como un segundo nombre que perdura hasta ahora.

Cuando arribó en la temporada 2007 al Benfica de Portugal, llegó casi como una incógnita. Sin embargo, en la primera temporada superó los 20 goles en los torneos que disputó, por lo que el equipo portugués finalmente lo compró en forma definitiva. Pagó por él unos 11,5 millones de euros.

En el Benfica, Tacuara encontró su lugar en el mundo. El equipo de Portugal, conocido por ser uno de los equipos con mayor cantidad de socios al día en el mundo, estaba en la constante búsqueda de un título internacional, algo que para el Benfica se hizo esquivo desde varios años ya. Cardozo fue la carta goleadora del club en varias temporadas y se convirtió en el goleador extranjero histórico; 112 goles en 170 partidos lo ubica cómodamente como el más grande goleador del Benfica en los últimos años.

Con un perfil bajo en cuanto a las cámaras, Tacuara tiene su vida personal alejada de la exposición mediática. Casado desde hace varios años con Laura Benítez, una joven oriunda de su querido Campo 9 con quien comparte la crianza de sus dos hijos. Tan cauto como certero a la hora de hacer un gol, su vida detrás de las camisetas y goles es la de un hombre normal, en el sentido estricto de la normalidad; de casa, compartir con amigos y la familia, sin mucha parafernalia ni excentricidades.

Con la Albirroja, Tacuara mostró su categoría cada vez que pudo pero queda la sombra por aquel penal que le atajó Iker Casillas, arquero de España, en los cuartos de final del mundial 2010 de Sudáfrica. Para Cancha Chica, una cruz totalmente inmerecida para un jugador. Gracias a un penal anterior al de España, fue el mismo Tacuara el que inscribió a Paraguay en esa instancia mundialista, nunca antes alcanzada.

Cardozo, fue recibido, tratado y despedido como un ídolo en Turquía.

Tras los años exitosos en Benfica, sumó experiencia en el Trabzonspor de Turquía, en donde una verdadera multitud lo estaba esperando como lo que era; una estrella del fútbol europeo. Allí hizo 25 goles en 50 juegos y luego pasó al Olimpiakos de Grecia. En el fútbol griego no tuvo la regularidad esperada y de allí volvió a Paraguay, para fichar por Libertad, en la temporada 2017.

Desde que volvió, Tacuara es el más certero en comparación a cualquier otro jugador. Lleva convertidos 32 goles en 63 partidos disputados hasta el momento con la camiseta gumarela.

A sus 35 años, el delantero de Campo 9 se muestra muy lejos de “colgar los botines” sino todo lo contrario, va agigantando su apellido. Un apellido y también apodo, que a estas alturas ya se ganaron la categoría de leyenda.

En esas está hoy, Tacuara Cardozo.

Fotos: APF / Agencia Reuters / Club Olimpia / Cerro Social Media / Agencia AFP / D10 / La Nación

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