• Huyen de la criminalidad en Honduras, Guatemala, Salvador y México
• “Entre los migrantes vienen muchos Maras. ¡Tengan cuidado!”: hondureño
• "Si la MS te la Verde, cualquiera te puede matar, así que tienes que huir del país"...
Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
Fotos: ISRAEL MARTINEZ
TIJUANA, Baja California, 25 de octubre de 2018.- Mientras en la frontera sur, más de siete mil hondureños, salvadores y guatemaltecos, que ingresaron el viernes pasado violenta e ilegalmente a México, continúan su marcha hacia el norte del país, aquí hay una lista de 1,500 migrantes en ocho albergues que esperan cruzar hacia Estados Unidos, en busca de una vida digna. Huyen de la violencia y crisis humanitaria de sus países y aseguran: “en México nos sentimos más tranquilos, aunque también es peligroso, por los narcotraficantes y tratantes de personas, entre los que hay pandilleros de la Mara Salvatrucha, que se quedaron aquí al no lograr pasar al otro lado”.
“Yo salí de Tegucigalpa, capital de Honduras”, relata un joven hondureño, de 23 años, al contar su historia en el albergue Movimiento 2000, en una zona violenta de Tijuana, similar a Tepito en la Ciudad de México, donde 105 inmigrantes viven en un gran patio techado con láminas, bajo el cual hay muchas pequeñas casas de campaña verdes, azules, rosas, naranjas.
Ahí duermen, les dan de comer, ropa y los cuidan de sufrir infortunios, mientras esperan una respuesta satisfactoria a su petición de asilo al gobierno estadounidense en su calidad de víctimas de la violencia por crisis humanitaria en sus países.
“Donde trabajaba es una zona muy caliente. Muy peligrosa”, relata el joven hondureño, al explicar que en su país “Muchos chavos son de la pandilla MS (Mara Salvatrucha). Mi patrón me obligada a atender a todos los clientes, incluso que fueran pandilleros. Un día llegó el “Falso” y me pidió hablar conmigo a solas. Cuando terminé de cortarle el cabello salí y me dijo:
“Mira ahorita la zona está muy caliente, queremos que nos ayudes a repartir la droga. Nosotros ya no podemos porque estamos muy quemados y queremos tener la plaza aquí. Yo le dije que no podía, que tenía mi trabajo y le tenía miedo a la autoridad, a lo que él me contestó:
“Mira aquí no se hace lo que dices tú, sino lo que ordene la Mara”.
“Yo seguí trabajando, pero al siguiente día volvió, y no salí, pero cuando llegue a mi casa en la noche, mire cuatro chavos que me llamaron. Toda la zona estaba muy caliente. Uno sabe cuándo son pandilleros. No los conocía me rodearon y uno de ellos me dijo “te mandamos una razón y te negaste a ella, aquí no vas a hacer lo que vos digas, sino lo que nosotros decimos”…. Me llene de miedo.
“¿Qué decidiste vas a ayudarnos a vender o te damos para abajo?, me preguntó uno de ellos al tiempo que saco el arma y me la puso en la frente. Se fueron y yo quede en shock de miedo, me metí a mi cuarto y más tarde llegó un amigo de un primo y le dijo que ya tenía “la verde” y que me fuera.
“Saqué una maleta y me fui a San Pedro, pero me sentía muy inseguro y decidí salir del país. Me vine a México, entre de forma irregular por Ciudad Hidalgo. Ahí saque la visa humanitaria. Se presenta uno en Comal, Chiapas, te dan una hoja para presentarte en Migración y , poder pasar legalmente.
“Aquí estoy libre, sin miedo, y puedo trabajar para enviarle dinero a mi madre y mi hija”, dice tras afirmar:
“La Mara está en todo el país, es como un escuadrón de policía. En Honduras hay más pandilleros que policías.
“Ellos trabajan mejor que la policía. Si un chavo es de la MS y hace algo que disgusta a La Mara, mandan su foto por WhatsApp con el mensaje “este chavo tiene La Verde”, que significa: donde lo miren ¡mátenlo!
“Entonces cualquier persona lo puede hacer porque La Mara da la orden, incluso en México ya hay Maras que vienen huyendo, y cuando los miran aquí los matan, porque ya hay muchos MS en este país, ¡tengan cuidado!”, dijo al coincidir con Trump, que entre los migrantes vienen muchos MS y que ellos sólo traen violencia, “porque es su forma de vivir”.
Tres mujeres migrantes también contaron su historia. Dos son mexicanas y otra de El Salvador.
“Lo conocí a los 14 años en Texas. De novios era muy diferente, pero al casarnos cambio tanto. Tomaba, me golpeaba y un día, cuando lo arrestaron, supe que era secuestrador, así que ahora me escondo de él y de su pandilla. Quiero cruzar a Estados Unidos para poder darle a mis hijos una vida tranquila, sin golpizas, sin sobresaltos, sin amenazas de muerte de parte de su propio padre”, dice una mujer nacida en el violento Michoacán, México.
La otra mexicana, nacida en Acapulco, Guerrero, relató que también huye de la violencia. “porque el 10 de septiembre estábamos haciendo un pastel a mi hijo y entraron unos hombres como a las 5 o 6 de la tarde que por mi primo traía una pistola, pero es una mentira, porque él trabajaba en construcciones, y ya no sabemos de él, pero nos dijeron que nos saliéramos de la casa, sino la iban a quemar con nosotros adentro. Mi tía se fue con mi niña y yo me vine con mi niño”.
¿Tú que tenías que ver con eso?
“Pues allá no buscan quien la hizo, sino quien la pague. Por eso, me escondieron por tres días hasta que salió mi vuelo y llegue a Tijuana. Aquí estoy esperando mi turno para pasar a Estados Unidos. Estoy en la lista de 1,500 que esperan cruzar a Estados Unidos. Quiero trabajar dignamente para sacar adelante a mi hijo y que no viva con miedo”.
La salvadoreña afirma que llegó con un permiso que les dan en Tapachula.
“Me traje a mis niños, porque tengo un varón de 9 años que ya entiende y no quiero que siga los pasos de su papá, que es un delincuente de la Mara, cuando lo detuvieron yo me vine para acá.
“En el Salvador hay mucho crimen, mucha delincuencia, y todo eso ven los niños y van aprendiendo, por eso me los traje para que sigan buenos pasos.
“Porque allá un niño de 15 años ya sabe matar, ya pertenecen a la Mara, ya roban, saben todo lo malo. Aquí está más tranquilo.
¿En estados Unidos no quieren a los Mara ni a sus familias, cómo le vas a hacer?, se le pregunta.
Baja la mirada y entrelazando los dedos, contesta:
"Pues no sé"
En el refugio Movimiento Juventud 2000, Linda Romero, es la encargada, e informa que tiene 105 migrantes en tránsito, 60 niños, 30 hombres , 30 mujeres, cuatro embarazas, que vienen de Centroamérica y de los estados más violentos de México, con la intención de cruzar a Estados Unidos, por diferentes causas, pero todas son por violencia.
“Todos tienen mucho miedo. La mayoría vienen con cuatro, cinco niños, son mujeres solas, que buscan la seguridad de sus hijos.
“Aquí se les brinda lo más que se puede, comida, un lugar seguro para estar el tiempo suficiente, en lo que toca su turno para su ficha para cruzar a Estados Unidos.
“Hace unos 15 días se fue una chica con sus dos niños. Se que está en Estados Unidos, pero me dijo que pagó una fianza de cinco mil dólares por cada uno de ellos, o sea 15 mil dólares.
“Ella me dijo que las que se quedan en Estados Unidos son las que pagan la fianza, pero yo no sé.
¿De dónde tienen recursos para ayudarlos?
“Hay mucha gente que nos da donaciones, asociaciones, instituciones de gobierno. Comen las tres veces al día.
¿Están ustedes seguros?
“Tenemos vigilancia policiaca de vez en cuando. A muchos les da miedo cuando llegan y ven la zona, pero hasta ahorita no ha pasado", dice Linda, cuyo escritorio esta justo a unos pasos del alberge migrante, donde en una cartulina se recomienda "No usar drogas ni meter armas".
La risa y los juegos de los 60 niños casi no se percibe. La mayoría son muy tranquilos, tristes y están quietos viendo la televisión o dentro de una casa de campaña junto a su madre, son contados los casos en los que los acompaña el padre.
Un niño de unos 10 años comentó que “aquí estamos mejor que allá. Yo no quiero vivir en violencia.
¿Qué es la violencia para ti?
“Qué me quieran matar” responde con la voz apagada y la mirada ausente.
¿Te han amenazado de muerte?
“A mí no, pero nos han perseguido para matarnos a todos. A mis padres, mi madre, mis hermanos y a mí. Nos andaban buscando para matarnos”.
¿Por qué?
Encoge los hombres y con la mirada brillosa, por contener las lágrimas, responde:
“No sé”.
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Credits:
ELVIA ANDRADE BARAJAS Texto ISRAEL MARTINEZ Foto y video