Montepatrino

Una vez leí que la Patria es el lugar donde transcurre la infancia, qué enorme declaración de principios, y qué duda cabe de esta aseveración, considerando cómo nos determina la infancia y las vivencias que nos marcarán para siempre, según esta lógica primero soy montepatrino y luego chileno, entonces la pregunta que debiera hacerme es cuán montepatrino soy y para ello me apoyaré en algunos hitos, eventos o circunstancias que signan nuestro pasado y determinan el futuro:

- Haber nacido en Monte Patria; ¡uf!, qué difícil acreditar esta condición por cuanto la mayoría de nosotros nació en el hospital de Ovalle, pero hay algunos privilegiados que nacieron en el pueblo mismo, atendidos por una partera o por Chepillo, y que en su cédula de identidad consignan esa partida de nacimiento excepcional, me consta que en el carné de mi compadre Roberto Cortés dice textualmente: “inscripción del nacimiento: Monte Patria".

- Haber estudiado en la Escuela del pueblo; en una época menos neoliberal la escuela reunía en sí la totalidad de la población en edad escolar, el hijo del empresario local convivía sanamente con el hijo del más modesto poblador, el hijo del agricultor con la hija del carnicero, en fin, un poderoso cruce social. En dicho establecimiento educacional vivimos momentos gloriosos de promoción de la artes, las matemáticas y las ciencias, también de algunos aspectos un tanto tenebrosos, pero que dejaron una impronta indeleble en aquellos muchachos y chiquillas, yo recuerdo con especial emoción el comedor ( obvio , mi madre era la cocinera ), las gimnasiadas, las veladas en el teatro de los Rojas, las calugas de leche de la señora María Ardiles quien gentilmente las proveía en recreos a través de la malla perimetral y que por su valor se adecuaban perfectamente a nuestro exiguo presupuesto de recreo .

- Haber escalado el cerro Guayaquil; esta actividad se constituía en una verdadera ceremonia de iniciación y para ello se organizaba de madrugada el ascenso al macizo. Debo confesar que lo intenté, con unos amigos fuimos incluso de noche para establecer una especie de campamento base, desafortunadamente, de noche decidimos hacer una fogata y quemamos unos modestos cierres para animales, de madrugada debimos huir de la furia de aquellos crianceros y hasta hoy no he completado dicho ascenso, tema pendiente.

- Pasar tardes enteras en el río; sin miedo a los letales rayos ultravioletas y premunidos con suerte de un pan con mantequilla, ya más organizados con té, azúcar y un tarro para hervir agua hasta los viajes actuales que incluyen camioneta, asado y bien provisto cooler. Sin duda que este aspecto es una actividad ancestral, la relación del montepatrino con el río es poderosa, mística, de contacto con la energía del agua y la naturaleza circundante, una instancia para reflexionar y también para disfrutar.

- Para quienes vivimos la época dorada del ferrocarril en Monte Patria nos resulta incomprensible como aquel enorme esfuerzo nacional fue desechado privilegiando el transporte de pasajeros y carga por carretera. La pasada del tren por el pueblo era EL ACONTECIMIENTO del día , niños y niñas corrían hasta la Estación , las señoritas ataviadas en sus mejores vestidos se sonrojaban a los suspiros de cansados viajeros , los dulces chilenos de Don Panchito, la señora Clara y otros aliviaban el hambre de los pasajeros y marcaron una tradición, que se mantuvo en el tiempo, y que a posterior la señora Rebeca y la señora Inés mantuvieron suministrando dichos dulces a buses y micros que realizaban la ruta del Río Grande .Hasta hoy, cada vez que puedo, me doy un gustito con los cachitos de la Señora Pepita.

- ¿Alcanzaste a conocer “El Coralito”, “La Polla Gol” o “La micro de Don Sergio”?; en una época anterior a las carreteras de la modernidad el traslado mensual a Ovalle se realizaba en estas micros legendarias. En el caso del Coralito ya es parte del patrimonio comunal, un híbrido de camión y micro que realizaba la ruta Carén-Ovalle, la Polla Gol propiedad de don Juan Sierra quien ,a pesar de haber ganado un suculento premio, siempre mantiene un perfil austero y quitado de bulla, y la micro de Don Sergio que sirvió para que varios montepatrinos hicieran la práctica de peonetas y choferes. En una época sin prisas, las micros paraban frente al domicilio del pasajero y se procedía a descargar madera, calaminas, sacos de harina o papas y enormes cajas de cartón con los víveres comprados en Almacenes La Campana o donde Mateo Yurín.

- Si te gustaba el pan amasado de seguro alguna vez fuiste hasta el horno de la señora Luz allá al fondo de La Quebrada del Peralito. Para la señora Luz la fabricación del pan representaba todo un estricto proceso que incluía harina de buena calidad, leña de normata, lo que implicaba viajes diarios al cerro a buscarla, y barrido del horno con ramas frescas de palqui lo cual confería un sabor único a su pan.

Las generaciones actuales tendrán otros modos de relacionarse con el pueblo, pero estoy seguro que siguen siendo experiencias inolvidables; posteando en Instagram desde el río, fotografiando el Monte Patria del siglo XXI, apropiándose de los espacios políticos y a pesar de la necesaria migración, que se da por razones de trabajo, compartimos siempre ir con Monte Patria en la boca y el corazón.

Edición gráfica: Luz María de Rivera

Fotografías: Sarita Canales y Monte Patria Paisajes

Created By
Christian Hernán Rivera Rodríguez
Appreciate

Report Abuse

If you feel that this video content violates the Adobe Terms of Use, you may report this content by filling out this quick form.

To report a Copyright Violation, please follow Section 17 in the Terms of Use.