El Sistema de Correos en la Venezuela Grancolombiana de 1822 : Richard Duane: Viaje a la Gran Colombia en los Años 1822 – 1823. Tomo 1. Colección Venezolanista. Serie Viajeros II. Instituto Nacional de Hipódromos. Caracas. 1968

“A las cuatro y media llegamos a la casa de posta de El Cobre, cuyo nombre parece derivarse de una mina de cobre que existe en la sierra vecina. Esta casa de postas no pasaba de ser una simple cabaña de unos doce pies de largo por nueve de ancho; en el interior se había hecho una separación con un tabique, formando una habitación de siete pies de ancho, y otra de cinco. En esta última, igual en todo lo demás a la adyacente, estaba la oficina del administrador de las postas. Las vigas de la techumbre de paja sobresalían algo más de una yarda en relación con las paredes de adobe. La cabaña había sido construida en dirección norte-sur; la puerta de entrada, hacia la parte occidental, daba al aposento más amplio; y una ventana, o mejor dicho un hueco de dos pies en cuadro, abierto en la pared oriental, servía para tramitar los asuntos de esta oficina pública. En todo el país existen cabañas similares cuando las poblaciones están muy alejadas unas de otras, y a distancias que, teniendo en cuenta lo llano o escarpado del camino, y su fácil o difícil acceso, permitan a los correos cumplir una jornada, en un período adecuado a la celeridad del transporte y a la capacidad del recorrido de los mensajeros. En todos respectos es el mismo prototipo del dawk hindú, y por singular coincidencia de los términos empleados, el hombre que lleva la valija de correspondencia se llama peón, tanto en Colombia como en el Indostán. También hay una exacta semejanza en la manera de transportar la carga, cuando esta es del mismo tamaño; y ambos hacen igualmente su recorrido sin preocuparse de las condiciones del tiempo, haga lluvia o sol, y sea de día o noche. Cuando llega al final de la etapa que le toca cubrir, el posta se quita el polvo o el sudor, o pone a secar su ropa empapada por la lluvia; luego se va a dormir, despierta al día siguiente, se viste, come y sigue durmiendo hasta que está listo para ser despachado el correo que debe transportar a su regreso al sitio de donde salió el día anterior (354-355).”

“A pesar de las dimensiones de la cabaña, ya anotadas, y las de su cámara de ocupación, la del Cobre es una estación principal de distribución de correspondencia, a causa de las diversas rutas que allí convergen; sin embargo, raras veces llegué a observar que los paquetes fuesen de mayor bulto que un libro de bolsillo. No obstante, desde el establecimiento de la república, ha venido en aumento constante y frecuente el número de remesas oficiales, así como el peso de las mismas, por enviarse también libros y leyes editados por la imprenta nacional, así como un creciente número de periódicos. En consecuencia, se ha hecho necesario utilizar los servicios de más de un peón, para recorrer igual ruta, y los cuales parten a distintas horas. Se despachan en primer término los documentos oficiales; luego, y en virtud de la habitual distinción entre jefes y funcionarios de alta y de menor categoría, se da prioridad el despacho de los paquetes destinados a aquéllos; después se envían los periódicos; y la correspondencia de público en general sólo viene en último término. Tan pronto como está lista una valija o paquete, se despacha a los peones en diferentes direcciones, provistos de una hoja de ruta, cuyo duplicado se archiva. Llevan, además, una guía en sobre abierto para la inspección de los funcionarios civiles y militares del tránsito, quienes las van formando en orden sucesivo, lo que sirve a un tiempo como constancia de las órdenes recibidas, y para autenticar la guía ante el magistrado que haya de firmarla en la próxima etapa. El gobierno ha utilizado con innumerables ventajas estos correos volantes durante la revolución, a fin de comunicar al pueblo diferentes noticias, ya fuese de las victorias obtenidas o de otros asuntos de interés. En muchas ocasiones se emitían duplicados y triplicados, y los intendentes, comandantes y alcaldes estaban en la obligación de multiplicar el número de copias y de hacerlas circular, además de fijarlas en las iglesias y otros sitios públicos (355-356).”

Gráficos: Empson, Charles. Cabaña Campesina (Detalle). Narratives of South America; Ferdinand Bellermann. Paisaje Sudamericano. 1870

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Ernesto Roa
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