La crisis energética: efecto sobre el sector cerámico

En una fase de recuperación económica tras la crisis sanitaria, que parecía iba a ser relativamente duradera, ha aparecido de forma casi inesperada una nueva crisis, en este caso energética, con un aumento de los precios del gas natural del 500% en 2021, que, con la configuración actual del sistema de generación eléctrica español y del esquema de asignación de precios, está impactando de forma decisiva sobre el precio de la energía eléctrica, provocando finalmente un incremento considerable de todos los costes energéticos.

Las agencias internacionales apuntan a diferentes factores para explicar el origen de la crisis, entre los que destacan:

1. el aumento de la demanda de energía a medida que se ha ido consolidando la recuperación económica tras la pandemia,
2. un invierno del 2020-21 inusualmente largo y frío que ha reducido considerablemente las reservas de gas natural en Europa;
3. un deficiente reabastecimiento de las reservas debido al aumento de la demanda;
4. el creciente consumo de gas natural en China, que ha provocado tensiones en el mercados de GNL;
5. una reducción de las exportaciones de gas ruso y argelino;
6. una generación de energía eólica aminorada por la climatología desfavorable, entre otros aspectos.

A este incremento excepcional de los costes energéticos se ha unido el aumento de los costes de los derechos de emisión de gases de efecto invernaderos (GEI) en Europa, que se han triplicado durante el 2021, y que están ligados de forma directa al consumo de energía térmica con el uso de combustibles fósiles, y de forma indirecta al consumo de energía eléctrica.

Las previsiones apuntan a que los precios energéticos se moderarán tras el invierno, cuando desaparezcan o se contenga la intensidad de algunos factores, pero no así los de los derechos de emisión, que se encuadran dentro de una política europea en materia de cambio climático de largo alcance. En efecto, la estrategia de la Unión Europea en materia de cambio climático, plasmada en el Pacto Verde Europeo, indica que el objetivo principal es reducir drásticamente las emisiones de GEI hasta un 55% en 2030 (en comparación con los niveles de 1990) y hacer de Europa el primer continente neutro en carbono en el año 2050.

Todos estos aspectos hacen más necesario que nunca realizar una transformación del modelo energético, especialmente en industrias intensivas en energía como la industria cerámica, que sólo podrá lograrse con grandes transformaciones tecnológicas y entre las diferentes opciones que se están planteando se encuentran el uso de combustibles alternativos, como son la biomasa, biogás o biometano, también el hidrógeno, la incorporación de nuevas tecnologías, como los sistemas de captura de CO2, la integración de energías renovables en las propias plantas o la electrificación parcial o total de equipos.

Las futuras tecnologías bajas en carbono, junto con el gran despliegue asociado a las energías renovables y las infraestructuras previstas de producción y transporte de hidrógeno, se espera que permitan a la industria cerámica mejorar sustancialmente su huella de carbono y alcanzar, a largo plazo, un proceso productivo neutro en carbono.

Por lo tanto, durante los próximos años se deben orientar los esfuerzos en I+D+i para adaptar y/o transformar el actual proceso de fabricación, con la incorporación de nuevas tecnologías disruptivas que permitan alcanzar los objetivos de descarbonización, tanto a corto como a largo plazo, para disminuir rápidamente los costos de producción de los nuevos combustibles y hacerlos competitivos.

Para abordar esta transición, se necesitan nuevas soluciones no sólo desde el punto de vista técnico, también se requiere una mayor colaboración entre actores de los diferentes sectores intensivos en energía, ya que los principales desafíos tecnológicos son comunes a muchas industrias de proceso.

En definitiva, y a modo de consideración final, señalar que las industrias de fabricación baldosas cerámicas y los sectores afines (fritas, pigmentos, maquinaria, etc.), con unos niveles elevadísimos de exportación, compiten en un campo de juego global y por tanto en una transformación tan profunda existe el riesgo de pérdida de competitividad frente a otras zonas con menores costes energéticos y/o de los derechos de emisión, lo que puede además aumentar el riesgo de deslocalización de las empresas. Por tanto, este período de transición es especialmente crítico, para no poner en riesgo la supervivencia de la industria cerámica en el entorno europeo, por lo que será esencial que los cambios tecnológicos vengan acompañados del establecimiento de un marco sociopolítico adecuado y de una regeneración profunda de las infraestructuras energéticas, para poder salir fortalecidos de esta transición.

Eliseo Monfort, Catedrático de Ingeniería Química de la UJI

¿Qué opinan los expertos?

Manuel Breva, Secretario de ANFFECC: "Cuanto más se tarde en solucionar, más va a afectar a la competitividad de nuestras empresas."

Alberto Echavarría, Secretario General de ASCER (Asociación Española de Azulejos y Pavimentos Cerámicos): "La hoja de ruta para salir de esta crisis, sería un mix de energías."

Carlos Sanchez, CEO de València Clima i Energía: "Las personas somos quien tenemos esa capacidad de cambio."

Antonio Turiel, Investigador Científico del CSIC: "La cerámica no tiene más remedio que adaptarse al hidrógeno, aunque sea más caro."

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