Loading

Anastasio de Amesti (1884-1957) el lado oculto del patrimonio

Hoy en día, el archivo de Anastasio de Amesti, compuesto por numerosa documentación y piezas diversas, se encuentra cobijado en el Museo de Las Encartaciones, perteneciente a Juntas Generales de Bizkaia gracias a la donación hecha por su nieto Juan de Amesti.

Anastasio de Amesti nació en Mañaria en 1884 pero con 18 años, y tras haber trabajado en las canteras de su localidad natal, se trasladó a Muskiz, donde debió colaborar en la construcción de los modernos hornos de calcinación que se estaban levantando en ese momento.

Horno de calcinación La Lejana

Estos hornos, realizados preferentemente en piedra, requerían del trabajo de canteros especializados y ahí debió comenzar su periplo laboral Anastasio de Amesti. Es muy probable que trabajara en los hornos que José María Mac Lennan mandó construir en sus minas de Covarón (Muskiz).

Minas de Covarón. Archivo Municipal de Fotografías Antiguas de Muskiz (Fondo Mac Lennan)

En 1907 le llegó la que debió ser la primera oportunidad para trabajar en proyectos de corte artístico y monumental. Ese año el reputado arquitecto Manuel María de Smith le contrató para llevar a cabo las obras del cementerio de Muskiz, donde Anastasio debió mostrar una gran capacitación profesional pues siguió colaborando con Smith a lo largo de los años.

Portada del cementerio de Muskiz

Al año siguiente estaba ya trabajando en Trapagaran, en la construcción del Palacio Olaso (1908), y ese mismo año, o poco después, debió levantar uno de sus primeros panteones en el cementerio de la misma localidad (ya desaparecido).

Imágenes del palacio Olaso de los años 60 y 80 del siglo XX.

Estas obras le fueron abriendo las puertas para colaborar con otros arquitectos y artistas, dando inicio a una prolífica carrera como cantero especializado en obras de calidad.

En los años 30, por ejemplo, fue el encargado de montar el monumento que, de nuevo, Manuel María de Smith, estaba reubicando en el barrio de Montellano en homenaje a Antonio de Trueba. También fue el encargado de montar el monumento dedicado a José María Martínez de la Rivas en San Pedro (Galdames) así como de hacer lo mismo en la capilla neomedieval de San Pelayo, en la iglesia de San Severino de Balmaseda, una de las más relevantes de su estilo en Bizkaia.

Monumento a Mtz de las Rivas (San Pedro. Galdames), capilla de San Pelayo (Balmaseda) y Monumento a Antonio de Trueba (Montellano. Galdames)

Con el tiempo también colaborará en trabajos tan conocidos como la escultura de "El Tigre" (obra del escultor Joaquín Lucarini. 1941), en los sucesivos traslados de la escultura de Diego López de Haro (Bilbao) o en el desarrollo de la gran obra denominada Vía Cidiana (Burgos) compuesta por una gran escultura de El Cid y esculturas relacionadas con él situadas en el Puente de San Pablo (1955).

Escultura de "El Tigre" (Bilbao) -obra de Joaquín Lucarini-, Puente de San Pablo (Burgos) -esculturas obras de Joaquín Lucarini- y escultura de Diego López de Haro (Bilbao) -obra de Mariano Benlliure-

Pero donde más fama logró adquirir fue en la construcción de grandes sepulturas, panteones y capillas encargadas por algunas de las familias más pudientes de Bizkaia, Gipuzkoa y parte de Álava. Poco a poco, los cementerios de estas provincias se fueron llenando de obras construidas por Amesti, algunas dirigidas por arquitectos como la capilla Aretxabala (Gordexola) del arquitecto José María Sainz de Aguirre (1929) o el panteón Prado (Muskiz) de Manuel María Smith (1910).

Firmas de Amesti presentes en sus obras

Pero Anastasio demostró ser una persona dinámica y con capacidad de aprendizaje y rápidamente, absorbiendo los conocimientos artísticos aprendidos con arquitectos y escultores, comenzó a realizar sus propios diseños, algunos modestos y sencillos, y otros muy elaborados y de cierta monumentalidad.

Anastasio y su mujer. Croquis y dibujos preparatorios.

Amesti nunca llegó a ser un artista al uso pero sí una persona capaz de transmitir con corrección y elegancia los estilos artísticos que se pusieron en boga en la primera mitad del siglo XX. Su éxito fue tal que empezó a ser reclamado por numerosas familias con capacidades económicas diferentes. De esta manera, los cementerios comenzaron a llenarse de obras suyas que consiguieron trasladar al ámbito funerario y a muchas capas de la sociedad las modas estéticas de su tiempo.

Obras diversas de Anastasio de Amesti

Esta prolijidad le llevó a colaborar con frecuencia con algunos de los escultores más sobresalientes de su época como Ricardo Iñurria y, sobre todo, la familia Lucarini. Su nieto Juan de Amesti cuenta que cuando los Lucarini veían aparecer a su abuelo por el taller exclamaban: ¡ya viene Amesti!, ¡ya hay trabajo! y, de hecho, muchos de los panteones de Amesti llevan esculturas, tallas y bajorrelieves realizadas por los Lucarini.

Probables tallas de los Lucarini en obras de Amesti

Amesti construyó capillas, panteones y grandes sepulturas aunque nunca desechó otros trabajos menores como las fabricación de lápidas, o reformas y reparaciones diversas. Además, siguió vinculado a obras externas al mundo funerario y así, le encontramos reparando casas después de la Guerra Civil, elaborando mobiliario para locales y tabernas o trabajando en reformas de grandes edificios como en la casa conocida como la de "El Millonario", en Balmaseda.

Capilla González-San Martín (San Pedro. Abanto), reformada por Amesti en 1946

Pero su trabajo principal fue siempre en el mundo artístico funerario. Anastasio fue conociendo las modas del momento y, poco a poco, fue creando modelos muy determinados que iba variando en función de los gustos de la clientela. Las capillas solían tener un regusto neogótico o neomedieval mientras que en las grandes sepulturas y panteones vemos modelos diferentes, algunos con frontales que beben de los estilos neoclásicos y eclécticos, otros con grandes columnas laterales que acogen Cristos tumbados en el centro (de regusto art-déco algunos de ellos), otros con grandes laterales que acogen una gran cruz y una imagen del Sagrado Corazón, otros con grandes cruces sobre gólgota tallados imitando la madera, etc...

Capillas de Muskiz y San Pedro de Abanto

Hoy en día hemos identificado nueve modelos (con sus variantes) aunque podrían ser muchos más pues sigue sin existir un inventario total de su obra de la que se ha llegado a señalar que podría llegar a los 1000 trabajos, algo que si bien puede ser exagerado nos muestra la enormidad del trabajo de este hombre hecho a sí mismo.

Panteones de Amesti de diversas tipologías en Santurtzi, Carral (Sopuerta), San Pedro (Abanto) y Ortuella

Anastasio de Amesti fue en suma un trabajador del arte, una de esas personas vinculadas a la construcción que realizaban el trabajo situado detrás de los arquitectos y de los escultores. Las facturas y presupuestos conservados, de hecho, nos sirven incluso para construirnos un panorama del ámbito laboral de la primera mitad del siglo XX, pues vemos en ellas canteros, marmolistas, herreros, cerrajeros y un largo etcétera.

Suministradores varios de material de trabajo

Pero tal y como mencionamos, Amesti fue también un hombre dinámico que, de manera autodidacta, supo dar un paso más, elaborar sus propias obras y aportar su grano de arena al ámbito del arte y el patrimonio vasco en un ámbito tan peculiar como el Arte funerario. Fallecerá en Santurtzi, localidad en la que residió durante años, en 1957, habiendo dejado tras de sí un legado de trabajo y dedicación que le ha dado un pequeño lugar en los libros del arte vasco.

Panteones en Santurtzi, Gallarta (Abanto) y Muskiz.
Created By
Enkarterrietako Museoa
Appreciate