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A vida da Rosa — Tras la malaria en Mozambique —

CASTELLANO — INGLÉSPORTUGUÉS

El fotógrafo Alfons Rodríguez se ha desplazado hasta Mozambique para mostrarnos la vida de Rosa y su contribución a la lucha contra la malaria en el sur del país.

Fotos: Alfons Rodríguez

Textos: Adelaida Sarukhan / Alfons Rodríguez / Beatriz Fiestas

Un reportaje de Alfons Rodríguez y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), “la Caixa” y la Fundación Bill y Melinda Gates.

TIERRA DE MOSQUITOS // Mozambique es uno de los diez países con mayor carga de malaria en el mundo. El distrito de Magude consta de áreas húmedas y de cultivos de regadío, como la caña de azúcar, que favorecen la proliferación del mosquito 'Anopheles', que transmite el parásito de la malaria. ©Alfons Rodríguez

5.00h AM. Rosa Mouzinho tiene 39 años y es natural de Magude. Como cada mañana, recoge la red mosquitera que cubre la cama donde duermen ella y su hija de ocho años, Camila Carmen. ©Alfons Rodríguez

Antes de salir. Rosa se prepara para ir a trabajar. Desde hace tres años, forma parte de un equipo del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM) que se ha propuesto encontrar la manera de eliminar la malaria en el sur de Mozambique. ©Alfons Rodríguez

La oficina de Magude. Rosa recoge su principal herramienta de trabajo, una “tablet” con información sobre casos de malaria en el distrito. En ciertos momentos del proyecto, han llegado a estar conectadas más de 500 tablets al mismo tiempo en la oficina. ©Alfons Rodríguez

La unidad móvil. Rosa y sus colegas cargan el vehículo con todo lo necesario para la jornada. El área de estudio del proyecto abarca 6.960km2, con 11.960 casas y 52.740 personas. ©Alfons Rodríguez

En 2016 se produjeron 216 millones de casos de malaria en todo el mundo. De las 445.000 muertes, la gran mayoría (91%) ocurrió en África subsahariana. La creciente resistencia de los mosquitos a los insecticidas y del parásito a los antimaláricos, así como el estancamiento de la financiación para la lucha contra la malaria ponen en peligro los logros alcanzados en las últimas décadas y subrayan la necesidad de eliminar la enfermedad.

Muguingui. Rosa y un equipo de entomología recogen larvas del mosquito Anopheles gambiae en una charca donde abreva el ganado, para ser trasladadas al CISM. ©Alfons Rodríguez

Criando mosquitos. El insectario del CISM puede llegar a conservar hasta 10.000 larvas para su estudio. Un miembro del equipo revisa el estado de los mosquitos Anopheles criados a partir de las larvas recogidas en terreno. ©Alfons Rodríguez

El mosquito. Los machos Anopheles se alimentan del néctar de algunas plantas, pero las hembras también se alimentan de sangre, que necesitan para generar los huevos. Ellas son las que transmiten la malaria. En la imagen se aprecia cómo hembras en cautividad inflan el abdomen tras alimentarse de sangre bovina. ©Alfons Rodríguez

La fumigación. Una de las intervenciones que más ha contribuido a reducir el número de casos de malaria es la fumigación intradomiciliar. Un miembro de la organización Tchau Tchau Malaria (Goodbye Malaria) pulveriza con insecticida una vivienda. El efecto durará seis meses, durante los cuales no se deberán lavar ni pintar las paredes. ©Alfons Rodríguez

Maguiguane. Rosa ayuda a sus compañeros, Albino Vembane y Agustinho Sitoé mientras realizan pruebas para evaluar la eficacia del insecticida con el que se pulverizaron las paredes de una casa. ©Alfons Rodríguez

Un bioensayo. Soplando a través de una manguera, Agustinho Sitoé introduce un mosquito en la cápsula adherida a la pared. Si el mosquito muere, el insecticida aún es eficaz. ©Alfons Rodríguez

REDES MOSQUITERAS // Las redes mosquiteras impregnadas de insecticida han sido, y siguen siendo, una de las principales armas para luchar contra la malaria. Se estima que, ellas solas, han contribuido en gran medida (70%) a la reducción en el número de casos en las últimas décadas. ©Alfons Rodríguez
Eliminar la malaria en una zona como Magude requiere ir más allá de la fumigación y el uso de redes mosquiteras para dormir. El proyecto realizó una administración masiva de medicamentos antimaláricos (es decir, a toda la población del distrito) durante dos años consecutivos, y fortaleció la vigilancia epidemiológica. La combinación de estas estrategias ha tenido un gran impacto: el porcentaje de población infectada de malaria ha bajado del 9 al 2,6%. Para acercarse al 0% será necesario identificar cada nuevo caso, y tratarlo tanto a él o ella, así como a las personas que viven en el mismo domicilio.

Visita médica. El doctor Pirai Sefo, del Centro de Salud de Palmeiras, examina a Olinda, de 12 años, que ha acudido a la consulta con fiebre. Muchos otros pacientes no se desplazan hasta el centro médico por estar demasiado lejos o por confiar en remedios tradicionales. ©Alfons Rodríguez

Bajo el mango. Los colegas de Rosa se reúnen con los vecinos de Palmeiras para explicarles la importancia de acudir al centro de salud si tienen fiebre o algún otro síntoma típico de la malaria. ©Alfons Rodríguez

Centro de Salud de Moine. Rosa consulta el libro de registro del centro. Si hay un nuevo caso de malaria, se desplaza a la comunidad donde vive para diagnosticar y tratar a toda la familia. ©Alfons Rodríguez

Sergio y su familia. Hoy toca ir a Massinga donde vive Sergio Elias, uno de los nuevos casos diagnosticados con malaria. Rosa realizará la prueba diagnóstica a todas las personas que viven con él. ©Alfons Rodríguez

Papeles. Sergio descansa en el suelo junto a su hermano, mientras Rosa entrega a su madre información relativa al diagnóstico y tratamiento. ©Alfons Rodríguez

La prueba. Una pequeña gota de sangre es suficiente para realizar el diagnóstico rápido. ©Alfons Rodríguez

El resultado. En apenas unos minutos el test permite saber si el paciente está infectado o no por el parásito de la malaria, P. falciparum. Rosa administrará los medicamentos de manera preventiva o curativa, según el caso. En este caso todos los familiares resultaron ser negativos. ©Alfons Rodríguez

Anderson. Anderson tiene 5 años, y vive en Masingo con su tía adoptiva y su prima. Es otro de los casos positivos seguidos por Rosa. ©Alfons Rodríguez

El tratamiento. Rosa entrega la medicación a la tía de Anderson. Pese a no tener síntomas, el test ha dado positivo para ella y su hija. El medicamento no solo las curará, también evitará que transmitan la malaria a otras personas de la comunidad. ©Alfons Rodríguez

Sábado. El fin de semana Rosa lo dedica a las tareas del hogar. El intenso trabajo de lunes a viernes le impide dedicarse a fondo a los trabajos domésticos. En la imagen, Rosa pide a su hija Camila que vaya a comprar un coco para cocinar la salsa para el almuerzo. ©Alfons Rodríguez

La colada. Lavar la ropa de toda la semana es una de las tareas domésticas que más esfuerzo conllevan. Rosa tiene suerte, forma parte del 17% de la población que tiene acceso al agua corriente en el patio trasero de su hogar (el 3% dispone de ella dentro del domicilio). El 80% restante deberá ir a la fuente, al río, o a algún pozo. ©Alfons Rodríguez

Abuela. Rosa recibe la visita de su hija Mamike, de 21 años, y de su nieta Leandra. Es el momento de ejercer su papel de abuela. Rosa le da de comer a su nieta un plato de arroz con verduras y salsa de coco, su plato preferido. ©Alfons Rodríguez

Rosa. Desde que Rosa se dedica a combatir la malaria, su vida ha mejorado en muchos aspectos. Está satisfecha con la labor profesional y social que desempeña y además saca adelante a sus hijos dándoles una educación y un hogar. Para Rosa, la lucha contra la malaria se ha convertido en un aliciente diario y en una motivación personal en la vida. ©Alfons Rodríguez

En mayo de 2015, la Organización Mundial de la Salud aprobó una nueva estrategia contra la malaria: sus objetivos incluyen reducir un 90% tanto los casos como las muertes provocadas por esta enfermedad en los próximos 15 años.

El programa para la Eliminación de la Malaria MALTEM tiene como objetivo generar evidencia científica para responder a la pregunta de si es posible eliminar la malaria en África con las herramientas de las que disponemos actualmente. Para ello, el programa combina una serie de intervenciones que incluyen las actividades contra el mosquito que actúa como vector, la vigilancia epidemiológica, las campañas de comunicación y sensibilización a la comunidad, la administración masiva de medicamentos y el seguimiento activo de casos.

MALTEM está liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), en colaboración con el Ministerio de Salud de Mozambique, y cuenta con el impulso de “la Caixa” y la Fundación Bill and Melinda Gates.

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Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
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Fotos: Alfons Rodríguez — Textos: Adelaida Sarukhan / Alfons Rodríguez / Beatriz Fiestas

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