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Referentes Charo sádaba - decana de fcomunav

Hoy es un día especial. Un premio especial. No es la primera vez que el Premio Brajnovic se entrega a un antiguo alumno de la Facultad (ya se concedió a Joaquín Navarro Valls en 2005 y a Juan Pablo de Villanueva en 2010); tampoco es la primera vez que se entrega a un profesional del periodismo a quien le ha tocado cubrir conflictos (Miguel Gil Moreno de Mora y Sinisa Glavasenic recibieron el galardón en 2001 y James Natchwey en 2015). Pero sí es la primera vez que el Premio se otorga a un antiguo alumno de Don Luka, lo que confiere a este premio, en el año en el que conmemoramos el 60º aniversario de la Facultad y el centenario del nacimiento de Luka Brajnovic, un significado especial.

Que el mundo precisa de referentes es una obviedad. Que para el periodismo estos referentes sólidos en lo profesional y en lo personal son en este momento particularmente necesarios, también. En una reciente y famosa entrevista concedida a un periodista español, el Papa Francisco hacía alusión a los cuatro pecados que tientan a los periodistas. La desinformación: doy la noticia, pero doy solo la mitad, la otra mitad no la doy, y eso va contra el derecho que tiene uno que recibe noticias a estar informado. La calumnia: calumniar a gente. El medio de comunicación tiene tanto poder frente a las masas, la gente, que puede calumniar impunemente. La difamación, que es más sutil todavía. Porque toda persona tiene derecho a la reputación. La difamación: te traen una mancha de antes y te la tiran ahora. Y la coprofilia, que consiste en “el amor a la cosa sucia”, a los escándalos. Creo que el Papa acierta al señalar las causas que yacen detrás de muchos de los titulares y las historias que pueblan portadas, muros en redes sociales o alimentan tertulias, informales o no, durante estos últimos meses.

Pero el Papa cierra, como no podía ser de otra manera, con un tono esperanzador y positivo esta reflexión sobre los males del periodismo: “Creo que superando estos cuatro límites la comunicación sería algo maravilloso”. La vida de Don Luka Brajnovic y el ejemplo de Marc Marginedas ponen de manifiesto esta afirmación: al hacer frente a las tentaciones, a veces aparentemente justificadas por las dificultades, la comunicación emerge como un ejemplo maravilloso que une, que alienta y que da sentido.

Don Luka supo, aun a costa del riesgo de su propia vida, no perder el norte de su delicado pero firme compromiso ético, que se asentaba en unas fuertes convicciones personales que le impedían hacer lo contrario de lo que creía correcto. Pese a años de experiencias tan dolorosas como ser privado de libertad, de la compañía de su familia, de su patria, de sus referentes culturales, supo trasmitir con convencimiento a decenas de generaciones de periodistas la necesidad de dejar brillar a la verdad por encima de la propia comodidad.

Marc Marginedas también ha pagado su cuota de drama y tragedia. No solo por lo más evidente y conocido por todos, sino por la convivencia cotidiana con el dolor, el sinsentido de la guerra, la muerte, la incomprensión y el fanatismo. En medio de esta situación, Marc ha respondido a la altura de sus maestros, a la altura de otros grandes del periodismo: con humildad, con agradecimiento, con más afán de servicio, con un mayor compromiso con la verdad. Sus reflexiones sobre la profesión periodística en la actualidad, que versaba estos días pasados Miguel Ángel Jimeno en su perfil en Twitter, son lecciones que se nos ofrecen y a las que deberíamos volver a menudo.

Cuando hace sesenta años el fundador de la Universidad, San Josemaría, instó a que en el entonces Estudio General de Navarra se incorporaran enseñanzas de Periodismo, lo hizo desde el convencimiento de la relación entre la libertad de una sociedad y de sus ciudadanos con la información que reciben y que les permite tomar decisiones. Formar a quienes tienen el deber y el compromiso de servir a esa sociedad decidiendo qué y cómo contar lo que sucede adquiere una mayor transcendencia si pensamos que esos y esas jóvenes que pasan en Pamplona unos pocos años tendrán luego que poner en acción lo aprendido y contrastarlo continuamente con sus convicciones personales, su propia sensibilidad y sus experiencias vitales particulares, con lo que conformarán decisiones únicas.

En ese sentido, la vida de Don Luka, junto a la de los otros pioneros de la Facultad de Comunicación, son un ejemplo para los profesionales de la información y de la comunicación, pero también para quienes hoy y mañana tendrán en sus manos la formación de los futuros profesionales. Don Luka supo dejar su impronta en muchos alumnos muy diferentes que aún hoy sienten, personalmente, la exigencia de servir a la sociedad con una búsqueda esforzada de la verdad. Marc es un ejemplo de que el sueño y el deseo de San Josemaría era posible, y su figura y su ejemplo inspira no solo a los alumnos que sueñan con ejercer el periodismo, sino también a los profesores que buscamos dejar huella en aquellos a quienes tenemos la responsabilidad de formar.

Porque, ¿qué hay detrás de comportamientos ejemplares como los de Don Luka o Marc Marginedas? Un compromiso personal con la búsqueda de la verdad que solo puede nacer y florecer si dejamos que su belleza nos posea hasta que no sea posible sino actuar con libertad.

Charo Sádaba, decana de la Facultad de Comunicación

2 de mayo de 2019

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