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Las artes industriales en la Nueva España

Biombo con escenas (detalle) | Óleo sobre tela con madera laqueada y policromada | S. XVIII | Nueva España [hoy, México]

Las artes decorativas desarrolladas en la Nueva España, fueron uno de los grandes intereses de Franz Mayer como coleccionista. Esta actividad lo condujo a realizar paseos dominicales por la Lagunilla, a establecer relaciones con importantes casas de subastas, corredores de arte y anticuarios en España, Francia, Italia, México y Estados Unidos, así como a vincularse con diversos estudiosos de la materia. Entre ellos, destacó Manuel Romero de Terreros, quien dedicó gran parte de su producción académica al estudio de las artes decorativas novohispanas y que escribió en 1923 Las artes industriales en la Nueva España. Uno de los primeros libros en abordar este tipo de objetos.

Manuel Romero de Terreros, era descendiente del primer conde de Regla y pertenecía a una de las familias más ricas de la época novohispana, por lo cual tuvo acceso a documentos y a un bagaje cultural acerca de los objetos que poseían las familias aristocráticas de su tiempo.

Las artes industriales en la Nueva España describe entre anécdotas, citas y referencias a documentos, el potencial de todo un campo de producción de objetos con valiosas características estéticas, las cuales son parte fundamental de la historia material de México.

Romero de Terreros entiende como artes industriales: la orfebrería, el hierro forjado, las obras de bronce, armas, sillas, jaeces y carruajes, la madera tallada, dorada y pintada, la marquetería, el mobiliario eclesiástico y civil, la escultura en marfil, la cerámica, el vidrio y los tejidos y bordados.

Franz Mayer, configuró su elección de objetos para su colección a partir del consejo, diálogos y lecturas de estudiosos como Manuel Toussaint, Gómez de Orozco, García Granados y Romero de Terreros. La publicación de Las artes industriales en la Nueva España, fue un hito para el coleccionismo de Franz Mayer. Definió su predilección por objetos que representarán la vida material que configuró los ajuares domésticos nobles novohispanos.

Azulejo con escena | Cerámica esmaltada y policromada | S. XVIII Nueva España [hoy, México]

La multiplicidad de técnicas y los altos estándares de calidad de las artes decorativas que florecieron y se produjeron en la Nueva España se explica para Romero de Terreros, por la organización gremial: “tenían por principal objeto la protección de sus individuos y el adelanto y perfección de sus productos. Establecían grados entre el aprendiz, el oficial y el maestro; nadie podía abrir un taller sin haber probado antes su suficiencia en el oficio, ante un tribunal competente de maestros.”

El gremio de los plateros fue unos de los más poderosos. Romero de Terreros explica que, al principio, el gobierno colonial prohibió la existencia de orfebres en la Nueva España debido a que existía una gran habilidad de los naturales en este oficio y esto podría significar pérdidas para las arcas públicas de la Corona. Probablemente no se cumplió a cabalidad tal prohibición pues, en 1560 Felipe II ordenó bajo severas penas que nadie tuviera objetos de orfebrería que no cumplieran con el “quintado y marcado, y pagando los derechos de ello”.

Arconcito | plata repujada y cincelada | S. XVIII | Nueva España [hoy, México]

Así se expidieron las Ordenanzas del gremio en 1598, 1599 y las “Ordenanzas del Nobilísimo Arte de la Platería” en 1746.

Las Ordenanzas eran las reglas y leyes que regían a un gremio, en el caso de los orfebres, era necesario por ley marcar las piezas.

El marcador de la Casa de Moneda, expedía las marcas que certificaban el valor del plata (M° para la Ciudad de México) y la marca del quinto real (una pequeña corona) aseguraba que se había pagado el impuesto correspondiente. Algunas piezas, también podían tener la marca del artífice e incluso del marcador.

Bandeja (detalle) | plata repujada y cincelada | ca. 1779 - 1788 | Ciudad México, Nueva España [hoy, México]

Para Romero de Terreros, la plata se convirtió en un material indispensable en el ajuar doméstico novohispano al ser empleada para producir objetos que respondieron a las necesidades sociales de las familias ricas, pues su valor legitimaba un status social.

Los braseritos o braserillos eran objetos que nacieron por el gusto social y lúdico del tabaco. En Nueva España, su uso se expandió desde el S. XVIII debido al estanco de su producción tras la llegada del visitador Juan de Gálvez en 1765 para poner en marcha la política económica de los Borbón.

Las crónicas de la época describen cómo este objeto era de uso extensivo en los salones de visita de las familias criollas acomodadas, por ejemplo, Fray Francisco de Ajofrín describe sobre su visita a Nueva España en 1763-1764:

“ […] aunque en las casas de los criollos luego ofrecen al huésped su braserito, que siempre está prevenido con lumbre encima de la mesa, para que encienda el cigarro, y para este obsequio están advertidos los criados y las criadas. “

El tabaco oriundo de América, se convirtió así en un producto de consumo extensivo de placer, de forma similar a lo que ocurrió con el chocolate.

Braserito | Plata cincelada y calada | S. XVIII | Nueva España [hoy, México]

El comercio con Oriente devenido del Galeón de Manila, marcó no sólo la llegada de objetos sino también de materias primas, como la palma de coco de Filipinas. Romero de Terreros, fue consciente de que el comercio entre Europa, Asia y América trajo consigo la creación de objetos que unieron en su producción técnicas y materias de los tres continentes.

Los cocos chocolateros fueron un objeto popular y sumamente codiciado por las familias ricas en la Nueva España. Su manufactura implicó un trabajo fino y sumamente difícil para cortar, pulir y esgrafiar la nuez del coco, procedente originalmente de Manila. Después se le agregaron labores con la plata de Nueva España.

Se utilizaron a manera de taza para tomar la deliciosa bebida del chocolate. Incluso se le atribuyeron características medicinales. El protomédico Francisco Hernández, en su obra “Historia de las plantas de Nueva España” (1571-1576), menciona al respecto de la nuez del coco “se hacen de ella vasos muy hermosos, adornados de oro y de plata, y es fama que vuelven muy saludables las bebidas y que (por no sé qué virtudes) alivian la parálisis y fortalecen los nervios”.

Cocos chocolateros | Nuez de palma de coco pulimentada y esgrafiada, adornada con labores de plata fundida, forjada y cincelada | S. XVII- XVIII | Nueva España [hoy, México]

Uno de los mayores intereses de Manuel Romero de Terreros, fue el mobiliario novohispano debido a que representaba la oportunidad de ver cómo interactuaron múltiples técnicas y usos cotidianos en las casas de clase alta novohispana. Llamaba su atención la interrelación entre muebles de origen europeo, elaborados con técnicas o motivos decorativos orientales y con las propias de los naturales de la Nueva España.

Este alhajero es un ejemplo de la personalización del mobiliario durante la época novohispana y de la inclusión de motivos decorativos europeos y orientales. Al frente de este alhajero vemos una escena de galanteo -respetable en los términos morales de la época-, entre un hombre y una mujer ricamente ataviados. Mientras que, del lado izquierdo una mujer negra acompaña a la mujer, mostrándonos la interacción según jerarquías sociales en la Nueva España.

El motivo decorativo descrito anteriormente es de origen europeo, mientras que las flores y los motivos dorados, nos refieren a la implementación del gusto por lo “chinesco”, es decir, formas decorativas que aluden a motivos y temáticas orientales.

Alhajero con escenas galantes | Madera tallada, laqueada, policromada y dorada con incrustación de hueso | S. XVIII | Pátzcuaro, Nueva España [hoy, Michoacán, México]

Manuel Romero de Terreros, poseía el título de Marqués de San Francisco, que heredó por la Casa de Regla y el Marqués de la Pedreguera, firmando algunos de sus textos con este seudónimo. Siendo descendiente de Pedro Romero de Terreros, I conde de Regla, quien hizo una de las mayores fortunas del siglo XVIII por la explotación de minas.

Su pasado le otorgó acceso a documentos importantísimos y en conjunto con Manuel Toussaint, se interesaron por reconstruir en sus textos, las casas de las familias criollas ricas para comprender cómo interactuaban los distintos objetos de artes decorativas con su entorno.

Así, describen que en la casa novohispana no abundaron armarios sino que “La ropa y utensilios se guardaban en cofres, los objetos menudos en cajas o cajuelas […] Hay en esta pieza una mesilla con su sobremesa de tafetán de China […] este mueble, sobre el que está un Cristo con su peana, en un escritorio; tiene hasta ocho cajoncillos y gavetas” Las descripciones de Toussaint y Romero de Terreros, nos permiten ver la importancia y riqueza decorativa de los objetos para guardar en la casa novohispana.

Un ejemplo, es la papelera con escenas mitológicas, de la colección Franz Mayer. Su interior con once cajones de diferentes tamaños la hizo un mobiliario de gran utilidad. Posee motivos decorativos de origen europeo: tiene por enfrente escenas de la diosa Cibeles con su carro jalado por ninfas y al costado escenas referentes a la diosa Diana. La elección de estos motivos decorativos por parte de sus dueños, indican la búsqueda por expresar erudición en sus gustos.

Papelera con escenas mitológicas | Madera de pino laqueada con aplicaciones de hierro forjado | S. XVII | Pátzcuaro, Nueva España [hoy, Michoacán, México]

En las casas novohispanas nobles, cada cuarto tenía un uso específico debido a la importancia de los deberes sociales y a los posibles beneficios económicos derivados de cultivar las relaciones adecuadas. Uno de los salones más importantes era el salón de estrado, al que Romero de Terreros también llama “el estrado de cumplimiento” por estar destinado “a las visitas de más respeto […] la plataforma en que se colocaba se cerraba con una barandilla, y cuando no, con una especie de biombo, llamado ‘rodastrado’ de tela, laca o pintura”

Este biombo muestra la importancia característica de su tipo, al estar a la vista tanto de los habitantes de la casa como de los visitantes. Contiene escenas morales delineadas por rocallas, motivo decorativo devenido de Francia que nos indica la presencia borbónica en el Imperio.

La mayoría de estas escenas ocurren en el espacio doméstico. Entre ellas, destacan las que representan mujeres en sus tareas maternales como educadoras de piedad y religión. Debajo de estas escenas morales, se hallan otras, de paisajes con acciones como la caza y paseos.

A pesar de ser originarios de Oriente, los biombos fueron producidos en la Nueva España, para cumplir con las necesidades sociales de las familias ricas. Como explica Romero de Terreros, no sólo sirvieron para separar espacios y delimitar sus funciones en la casa novohispana, sino que su propia manufactura y decoración hicieron énfasis en legitimar el estatus social de quienes los ostentaban.

Biombo con escenas | Óleo sobre tela con madera laqueada y policromada | S. XVIII | Nueva España [hoy, México]

En el siglo XI los moros introdujeron el uso del marfil en España. De acuerdo con Romero de Terreros, durante el virreinato fue ampliamente usado debido al gusto de los españoles.

En la época novohispana el marfil se utilizó para una multiplicidad de objetos, entre ellos, pequeños crucifijos que podían cargarse consigo, placas de bajorrelieve que se usaron como aplicaciones en arquetas o para encuadernar libros de devoción. También estaba presente en esculturas de tema religioso que adornaban algunos templos y casas de nobles. El Conde de Regla, disponía de un nacimiento de este material.

El uso de los objetos de marfil se debió al intercambio interoceánico con Asia, pues se consiguió en regiones como China, India, Filipinas y las colonias portuguesas como Goa, Diu, Sri Lanka y la costa de Malabar. Dicho intercambio comercial era sostenido y controlado por el Imperio Hispánico.

Esta caja con incrustaciones de marfil es testigo del gusto novohispano por estos objetos que vinieron a través de la Nao de China. La posesión de este tipo de productos servía para que las familias ricas comunicaran un estatus cosmopolita.

Caja | Maderas tropicales talladas con embutidos de hueso, aplicaciones de hierro forjado y recortado. | S. XVII | Nueva España [hoy, Filipinas]

Los azulejos fueron el primer tipo de objeto que obsesionó a Franz Mayer, quien coleccionó más de 1000 piezas. Revistiendo su propia casa con estos recuadros de cerámica en referencia a la arquitectura poblana del S. XVII.

El coleccionismos de azulejos, lo condujo a la Talavera de Puebla y el punto de entrada para el coleccionismo de la época novohispana. En 1968, Franz Mayer escribía a Herman Baer:

“[…] el auge de mi colección consiste en mobiliario mexicano, mobiliario español, y […] una cerámica mexicana llamada Talavera de Puebla, plata antigua mexicana, y otros objetos similares que concuerdan con dichas épocas. “

El coleccionista germano, a través del estudio y los intercambios con expertos, fue estableciendo búsquedas y conexiones de objetos que hoy nos permiten apreciar lo escrito por personajes como Romero de Terreros.

Vista de la casa de Franz Mayer, Archivo fotográfico, Museo Franz Mayer

El azulejo inundó la arquitectura colonial después de la mitad del siglo XVII, dice Terreros: “se revistieron fachadas de casas e iglesias, fuentes, portadas, brocales de pozos, frontales de altar y hasta monumentos sepulcrales”.

Estos pequeños recuadros de cerámica vidriada sirvieron para crear formas y escenas narrativas. Dicha tradición proviene de la ocupación árabe en España durante ocho siglos.

El azulejo Pisano, lo define Romero de Terreros en honor a Francisco Nicolás Pisano, su inventor a mediados del siglo XVI. Nos dice: “En ellos no hay relieve alguno, pero ostentan variados dibujos en azul, blanco, verde y amarillo, perfilados generalmente con negro de manganeso. Esta clase fue la que abundó en toda la Nueva España”. El azulejo que observamos pertenece a dicho estilo.

Azulejo con escena | Cerámica esmaltada y policromada | S. XVIII Nueva España [hoy, México]

Romero de Terreros describe que en España existía una pugna entre dos tradiciones ceramistas durante el siglo XVI. La primera era la que empleó reflejos metálicos y que se remonta al Renacimiento. La segunda, aquella que usó medias tintas, (en especial la amarilla y la azul), la cual fue abrazada por la ciudad “Talavera de la Reina” en Toledo, España. De esta última, provino la tradición ceramista que inculcó la Orden Dominica en Puebla, quienes enseñaron la técnica del vidriado. Así, esta región fue la mayor productora de cerámica con influencia europea (por la técnica y motivos decorativos) y oriental (por la incorporación de patrones formales).

El tibor es de origen oriental y gracias al intercambio comercial de la Nao de China (1565-1815) llegaron ejemplares de esta tipología de objetos. Posteriormente, la forma fue adoptada y producida en Nueva España. El ejemplo que observamos intenta imitar motivos orientales al reproducir formas florales y orgánicas. Además de representar un templo cristiano y formas geométricas que en la forma de su trazo, nos muestran la influencia árabe.

Tibor | Cerámica esmaltada | S. XVIII | Puebla de los Ángeles, Nueva España [hoy, Puebla, México]

El esplendor económico que vivieron algunas familias criollas y peninsulares en la Nueva España, como el primer Conde de la Regla, les alentó a buscar imaginarios gráficos que comunicaran el orgullo de su pertenencia al territorio novohispano y por tanto, al Imperio Hispánico.

De entre ellos, el águila tenía un sentido doble. Primero fue un elemento de la dinastía Habsburgo (Imperio Hispánico) y por otro lado, referencia hacia los Mexica. De hecho, Carlos V le otorgó a la Ciudad de México su escudo de armas con esta figura en 1524.

El lebrillo que observamos posee como principal motivo el águila, siguiendo la tradición decorativa hispano-árabe, que Terreros observa como un elemento que prevalece en la cerámica novohispana.

Lebrillo | Cerámica esmaltada y policromada | S. XVII | Puebla de los Ángeles, Nueva España [hoy, Puebla, México]

El mamalli, era una prenda rectangular usada por las mujeres en la época prehispánica para cargar infantes y objetos. En la época de la colonia esta prenda, enriquecida con influencias de Asia y la España árabe, evolucionó a lo que hoy conocemos como el rebozo

Esta excepcional pieza de la Colección Franz Mayer es un rebozo historiado, es decir, un rebozo que tiene bordadas escenas. Representa a mujeres y hombres, entre arcos, ricamente ataviados a la moda francesa del siglo XVIII introducida durante la era de los Borbón al Imperio Hispánico. También se encuentra un alegórico representando la unión de México y la Nueva España.

Durante la época prehispánica existía la técnica de tejido con telar de cintura. A la llegada de los europeos se introdujo la técnica de bordado, la cual consiste en la creación de diseños con aguja e hilo sobre un tejido. Este rebozo cuenta con bordado hecho con hilos de seda, la cual provenía de Oriente.

Romero de Terreros nos refiere que, en el siglo XVI, comenzó una industria de producción de seda en Nueva España, en la zona de Oaxaca. Sin embargo, para fines del siglo XVII, ésta desapareció, pues se prohibió su cultivo por competir con las exportaciones de España.

Rebozo de fuentes y arcos | Tela de urdimbre de seda y algodón Bordado con hilo de seda y ametalado, rapacejo trenzado y enlazado en triángulos | ca. 1750 | Nueva España [hoy México]

La particularidad de este rebozo es la aplicación de bordado en las escenas de fiesta galante y en la imitación de jaspe, en las “V” escalonadas que posee.

El jaspe es una técnica de “reserva” que consiste en realizar diseños sobre la urdimbre, anudar las áreas que no se quiere que penetre el tinte, teñir y desatar los nudos, de tal modo que al tejer se forman diseños “flameados”.

Este rebozo engloba múltiples tradiciones decorativas. En primera instancia, su estructura rectangular podía hacer remembranza al mamalli. Sus motivos decorativos a imágenes europeas de fiestas galantes. También al gusto de la época por usar chalinas de seda con flores y escenas provenientes de oriente.

La dueña de dicha pieza no sólo gastó una buena fortuna en esta prenda, sino que vistió en sí misma, un imaginario que la certificó como parte de un linaje y un sector social acomodado. Usar la prenda, la convertía en un lienzo de mensajes sociales.

Rebozo de fuentes y arcos (detalle) Tela de urdimbre de seda y algodón | Bordado con hilo de seda, rapacejo trenzado y enlazado en triángulos | ca. 1750 | Nueva España [hoy México]

Romero de Terreros nos menciona que, si la industria de la seda desapareció prontamente, el bordado, por el contrario, siempre fue en aumento. Existió un gremio de bordadores, pero, también frailes y monjas se dedicaron a dicha tarea, en especial, para bordados de uso litúrgico.

Esta capa pluvial de la Colección Franz Mayer es un ejemplo del alto grado de calidad que poseyó el bordado novohispano. Tiene hilos de seda y plata, posible gracias a la técnica de entorchado, que consiste en envolver en espiral hilos de seda con plata u oro, para que puedan ser utilizados para bordar.

Capa pluvial (detalle) | Bordados en hilo de plata y seda, broches en plata cincelada y dorada | S. XVIII | Nueva España [hoy México]
Vista de la casa de Franz Mayer, Archivo fotográfico, Museo Franz Mayer

Tan sólo un pequeño recorrido por algunas piezas de la Colección Franz Mayer nos deja entrever lo importante que son los vínculos intelectuales y el contexto del coleccionista. La producción de textos como Las artes industriales en la Nueva España (1923) de Manuel Romero de Terreros estableció pautas que configuraron la mirada de Franz Mayer en el acto de coleccionar.

La época novohispana sufrió un olvido sistemático desde el siglo XIX. Desde el coleccionismo y el estudio, Franz Mayer y Romero de Terreros, rescataron al período novohispano.

“Siempre he tenido y aún tengo un gran interés por el arte y la historia del arte, especialmente la hispánica y mexicana, y he ido formando a mi manera una colección de artículos apropiados para un museo, mismo que de acuerdo a mi testamento se formará en la Ciudad de México después de mi muerte.”

Carta de Franz Mayer Jane E. Southwick, The American Hispanic Society, 2 de julio de 1973

Afortunadamente Franz Mayer hizo de su pasión por coleccionar un legado en la Colección del Museo Franz Mayer la cual continúa proponiendo diálogos para comprender el devenir contemporáneo de lo que algún día se llamó, Nueva España.