Un lugar simbólico

La plaza de La Paz, un lugar mágico que antecede a la entrada al Cementerio General de la ciudad de Santiago de Chile, fue el sitio pertinente para la realización de un evento musical dedicado a rendir homenaje a las personas que fueron desaparecidas y encarceladas durante la férrea dictadura de Augusto Pinochet, justamente el día en que se recuerda la muerte del dictador, quien logró morir de anciano sin pagar por las desapariciones forzosas de sus propios ciudadanos. Más de 26 años después de terminada la dictadura.

Causa justa, pero mensaje politizado

No hay justificación posible para eliminar a las personas, solo porque no comparten o manifiestan ser contrarios a la tendencia política de la clase gobernante. Sobre todo cuando ninguna de las partes antagonistas (izquierda y derecha) ha mejorado de forma efectiva y real el nivel de vida de las mayorías. No se pueden reclamar acciones contrarias a la defensa de los derechos humanos exaltando, de cualquier forma, la vida de otro violador de derechos humanos. Sobre todo de uno que sometió a su pueblo a tantas penurias, hasta, casi, anular toda voluntad de progreso. Aplaudo que se reúna a una serie de artistas para llamar la atención, sobre la tarea pendiente de darles respuesta a las familias de la gente desaparecidas y presas durante ese período cruento de la historia chilena, y que los responsables sean castigados por sus acciones, pero no estoy de acuerdo con aprovecharse de la escena para fustigar al contrario político y sacar rédito electoral de hechos tan lamentables.

Apartando los paréntesis y mensajes ideologizantes, el espectáculo presentado por la AFDD Agrupación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, en su edición del 2016, reunió a una excelente muestra de la escena musical chilena. Noveles y populares agrupaciones e intérpretes, al lado de leyendas de la música chilena como la agrupación ILLAPU. Lamentamos la ausencia de otros músicos legendarios como los del grupo Inti-Illimani.