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El Rev. Joel Hortiales, a la izquierda, ora con Carlos Iván Baran Hidalgo, su esposa Danelly Mazariegos Morales y su hija de 3 años Scarlett Juliette, en el refugio Camino de Salvación en Tijuana, Méjico. La familia huyó de la violencia en Guatemala y espera presentar una solicitud de asilo en los Estados Unidos. Hortiales es un misionero metodista unido y se desempeña como director de ministerios hispano/latino y preocupaciones fronterizas para la Conferencia Anual California-Pacífico.

“Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme". Mateo 25: 35-36 (versión Dios Habla Hoy)

Cada amanecer es un día mas de espera en los campamentos a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Méjico. Con la esperanza de tener la oportunidad de que se escuchen sus casos de asilo en los Estados Unidos, los/as migrantes esperan la comida y el agua que les brindan los grupos religiosos. Hacen filas para las duchas, los baños, lavar la ropa y también para recibir atención médica. Mientras tanto sus hijos/as juegan en cualquier espacio en el laberinto de carpas, lonas y concreto que se ha convertido en su patio de recreo.

Un equipo de Noticias MU acompañó a líderes religiosos/as de La Iglesia Metodista Unida (IMU) y la Iglesia Metodista de Méjico (AR) en septiembre de 2021, a visitar comunidades de migrantes en crecimiento en varias ciudades fronterizas. Mientras que los/as legisladores/as en Washington luchan por encontrar soluciones, la respuesta de los/as líderes religiosos/as ha sido simple: están dando la bienvenida a los/as forasreros/as, como Jesús instruyó.

Una sección del muro fronterizo entre Estados Unidos y Méjico se extiende a lo largo de un valle en el desierto de Sonora cerca de La Rumorosa, Méjico.
Las placas de acero se colocan encima de los postes de la cerca fronteriza que marca el límite entre Méjico y los Estados Unidos en el Parque El Faro en Tijuana, Méjico. El graffiti en la parte superior señala que "Todos/as somos migrantes". Los nombres pintados en los postes verticales de la cerca llaman la atención sobre los/as veteranos/as militares estadounidenses deportados.
Niños/as recorren el borde de un campamento de migrantes que alberga a unas 1.500 personas en el cruce fronterizo de El Chaparral entre Tijuana, Méjico y San Diego, en el estado de California.
La gente hace fila para llenar sus baldes con agua de los grifos instalados en un campamento para migrantes cerca del cruce fronterizo El Chaparral en Tijuana. Los inodoros portátiles ayudan a satisfacer las necesidades sanitarias de las familias que viven en el campamento mientras esperan seguir con su solicitud de asilo en los Estados Unidos.
Kelani, de ocho meses, cuya madre huyó de la violencia de las pandillas en Honduras, se baña en un balde de plástico en un campamento para migrantes en el cruce fronterizo de El Chaparral en Tijuana.
Niños/as caminan por un campamento para migrantes en el paso fronterizo El Chaparral en Tijuana.
Un letrero de cruce de peatones se encuentra en medio de una red de cuerdas que sostienen lonas y carpas donde viven familias de migrantes fuera del cruce fronterizo de El Chaparral en Tijuana. El campamento improvisado está a pocos pasos del puerto de entrada de San Ysidro a los Estados Unidos, uno de los cruces fronterizos terrestres más transitados del mundo.
Una bandera estadounidense enrollada está pegada al borde de una lona que alberga a una familia migrante en un campamento en el cruce fronterizo de El Chaparral en Tijuana.
Manuel Aldana describe su viaje desde Honduras a un campamento de migrantes en el cruce fronterizo de El Chaparral en Tijuana.
Los/as migrantes que viven en un campamento improvisado cerca del cruce fronterizo de El Chaparral en Tijuana, Méjico, reciben alimentos y otros suministros de ayuda de la Iglesia Metodista Nuevo Pacto y la Iglesia Evangélica San Pablo en Tijuana.
Esther Gonzales, a la izquierda), ofrece mascarillas desechables y ayuda a las familias migrantes que viven en un campamento cerca del cruce fronterizo de El Chaparral en Tijuana, mientras reciben alimentos y suministros de la Iglesia Metodista Nuevo Pacto y la Iglesia Evangélica San Pablo en Tijuana. Gonzales está casada con el Rev. Arturo González Sandoval, superintendente de distrito de la Iglesia Metodista de Méjico AR.
La diácona metodista unida Cindy Johnson y su esposo Mike, con camisa roja, cruzan la frontera entre Estados Unidos y Méjico hacia Matamoros, Méjico, llevando suministros de ayuda para los/as solicitantes de asilo que esperan allí la oportunidad de estar ante las autoridades de inmigración de los Estados Unidos para presentar su caso.
Arturo Nelson Villatoro, a la izquierda, visita a la diácona metodista unida Cindy Johnson en un campamento para migrantes en la Plaza de la República en Reynosa, Méjico. Villatoro, de Honduras, se desempeña como líder informal del campamento, que alberga a unos/as 2.000 migrantes.
La diácona metodista unida Cindy Johnson (derecha), visita a Wendy Carolina Argueta Mantamares (izquierda) y Celia Isabel Chávez, nativas de Honduras y Guatemala respectivamente, en un campamento para migrantes en la Plaza de la República en Reynosa, Méjico. Chávez dijo que su viaje de Guatemala a Reynosa, justo al otro lado de la frontera con McAllen, estado de Tejas tomó 22 días.
Migrantes se agolpan bajo el pabellón central de la Plaza de la República en Reynosa, Méjico, en un campamento improvisado. Cerca de 2.000 migrantes, se han instalado en esa plaza que se encuentra a pocos metros del Puente Internacional McAllen-Hidalgo hacia los Estados Unidos.
Los/as niños/as juegan en un campamento en la Plaza de la República de Reynosa.
Los/as niños/as juegan fuera de un campamento en la Plaza de la República de Reynosa. Cerca de 2.000 migrantes, muchos/as de Centroamérica, se han instalado en la plaza, a pocos metros del Puente Internacional McAllen-Hidalgo hacia los Estados Unidos.
La diácona metodista unida Cindy Johnson saluda a los/as niños/as en un campamento para migrantes en la Plaza de la República en Reynosa, Méjico, donde se albergan unos/as 2.000 migrantes, la mayoría provenientes de Centroamérica. Allí han establecido su residencia provisional, a pocos metros del Puente Internacional McAllen-Hidalgo hacia los Estados Unidos. Por otra parte, hay también migrantes viven en el campamento y que fueron deportados/as de los Estados Unidos en virtud del Título 42, una orden del Centro del Control y Prevención de Enfermedades, que permite a Estados Unidos expulsar rápidamente a migrantes, por razones de salud pública durante la pandemia del COVID-19.
Una nueva sección de la cerca se eleva a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Méjico cerca de Mission, en el estado de Tejas.
Pescadores y nadadores/as pasan una noche a orillas del Río Grande en Ciudad Miguel Alemán, Méjico, al otro lado de la frontera con Roma, estado de Tejas. Esta es una de las zonas fronterizas que no tiene porciones del muro limítrofe.
En el sentido de las agujas del reloj desde arriba, de izquierda a derecha: Una pulsera desechada yace en el suelo en Roma, estado de Tejas, al otro lado del Río Grande desde Ciudad Miguel Alemán, Méjico. Es del tipo que utilizan los traficantes para realizar un seguimiento de los migrantes que ingresan ilegalmente a los Estados Unidos. El psiquiatra Christian Romero muestra una descripción del viaje de un migrante desde Centroamérica a los Estados Unidos en el Centro 32 en Tijuana, Méjico. Centro 32 es parte de la campaña de defensa Familias deben estar Juntas, dedicada a reunir a las familias inmigrantes que fueron separadas en la frontera entre Estados Unidos y Méjico. Los/as migrantes dibujan sus viajes como una forma de arte-terapia en el centro. Una sección del muro fronterizo entre Estados Unidos y Méjico serpentea a través de un terreno montañoso en las afueras de San Diego, California.
Ronald Fildor habla sobre el viaje que lo llevó desde Haití al Christ Ministry Center (Centro Ministerial El Cristo) de La Iglesia Metodista Unida en la ciudad de San Diego, estado de California.
Migrantes haitianos/as cuentan el viaje que los/as llevó al al Christ Ministry Center (Centro Ministerial El Cristo) de La Iglesia Metodista Unida en la ciudad de San Diego, estado de California. De izquierda a derecha: Willio Bernard Zephyr, Ronald Fildor, Natrice Decius y Beauvil Millande.
Hortencia Medina, al centro, ayuda a Emma Elena Quintero, a la derecha, a abrir la puerta de su casa en la comunidad Frontera III cerca de Donna, estado de Tejas. Medina y su compañera de trabajo Lupita Mendoza trabajan con ARISE Adelante, un programa de desarrollo comunitario sin fines de lucro que ayuda a personas como Quintero que viven en los asentamientos fronterizos informales, conocidos como colonias en el área alrededor de McAllen, estado de Tejas.
Emma Elena Quintero habla sobre su papel como líder comunitaria y residente desde hace mucho tiempo de la colonia Frontera III cerca de Donna, estado de Tejas. Las colonias son asentamientos informales no incorporados a lo largo de la frontera entre Tejas y Méjico, con poco acceso a servicios e infraestructura gubernamentales.
Migrantes que esperan tomar los autobuses en la estación de Brownsville, estado de Tejas, cargan sus teléfonos celulares con equipos proporcionados por Team Brownsville, un programa de asistencia humanitaria que ayuda a los/as solicitantes de asilo durante sus viajes por la zona.
Las familias migrantes descansan en el Centro de Apoyo Humanitario en McAllen, estado de estado de Tejas, mientras esperan los autobuses que les llevarán a los diferentes destinos en los EE.UU. donde les esperan familiares y amigos.
Anthony Pineda y su familia, migrantes de Honduras, pasan tiempo en el Centro de Apoyo Humanitario en McAllen, estado de Tejas, mientras esperan un autobús.
El parque Anzalduas en Mission, estado de Tejas, está sirviendo como un campo de cuarentena temporal COVID-19 para migrantes que han cruzado a los Estados Unidos desde Méjico. Quienes den positivo al virus deben permanecer en el campamento hasta que reciban un resultado negativo.
Danelly Mazariegos Morales, al frente, se une a otros/as migrantes en oración en el refugio Camino de Salvación en Tijuana, Méjico. Morales huyó de la violencia en Guatemala con su esposo y su hija de 3 años, con la esperanza de presentar una solicitud de asilo en Estados Unidos.
El Obispo Felipe Ruiz Aguilar de la Iglesia Metodista de Méjico AR, a la izquierda, ora con migrantes en el refugio Camino de Salvación en Tijuana.
El Rev. Joel Hortiales dirige un juego para niños/as migrantes en el refugio Camino de Salvación en Tijuana, Méjico. Hortiales es un misionero metodista unido y se desempeña como Director de Ministerios Hispano-latino y Asuntos Fronterizos en la Conferencia Anual California-Pacífico.
Los padres ven a sus hijos/as cantar y bailar durante el culto en el refugio para migrantes Camino de Salvación en Tijuana, Méjico.
Niños/as oran durante el culto en el refugio para migrantes Camino de Salvación en Tijuana, Méjico.
El Rev. Joel Hortiales, a la izquierda, misionero metodista unido, consuela a Walter Armando Albayero de 73 años, mientras describe la violencia de las pandillas que hizo que su familia huyera de El Salvador. El viaje les tomó dos años, con paradas en Guatemala y el sur de Méjico para trabajar y conseguir el dinero que necesitaban para continuar. Ocho miembros de la familia, incluidos/as dos niños/as nacidos/as en el transcurso de su travesía, se alojan en el refugio para migrantes Camino de Salvación en Tijuana, Méjico, mientras esperan presentar su caso de asilo a las autoridades de inmigración de Estados Unidos.
Voluntarios/as de iglesias metodistas en Mexicali, Méjico, sirven almuerzos y distribuyen kits de higiene a las familias que se hospedan en el albergue “Posada del Migrante” en Mexicali.
El Obispo Felipe Ruiz Aguilar de la Iglesia Metodista de Méjico AR saluda a las familias que se hospedan en el albergue “Posada del Migrante” en Mexicali.
La voluntaria María Esther Dorame Villanueva, a la derecha, ayuda a servir el almuerzo a las familias que se hospedan en el refugio Posada del Migrante en Mexicali, Méjico. Villanueva es de la Iglesia Metodista El Divino Redentor en Mexicali.
La voluntaria Patricia González, a la izquierda, de la Iglesia Metodista La Santísima Trinidad en Mexicali, Méjico, distribuye kits de higiene del Comité Metodista Unido de Auxilio (UMCOR) a los/as migrantes que se alojan en El Camino, un refugio de un Nuevo Amanecer en Mexicali. Además de los kits de higiene, los/as voluntarios/as de las iglesias metodistas en Mexicali también proporcionaron y sirvieron el almuerzo.
El misionero metodista unido Rev. Joel Hortiales, escucha a Eugenia mientras describe la violencia de las pandillas que la llevó a huir de su casa en Guatemala. Ella se está quedando en el refugio “El Camino a un Nuevo Amanecer” en Mexicali, Méjico, mientras espera la oportunidad de solicitar asilo en los Estados Unidos. La mujer detrás de ellos también es una migrante de Guatemala.
Inmigrantes detenidos juegan fútbol en un área cercada en el Centro de Detención Regional Imperial en Calexico, estado de California. El centro de detención es operado por la Corporación de Administración y Capacitación para el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos.
Un autobús que transporta a inmigrantes detenidos/as recientemente liberados/as gira en Paulin Avenue en Calexico, California. Los autobuses que giran a la derecha en Paulin llevan detenidos/as que serán liberados/as en los Estados Unidos mientras esperan una audiencia de inmigración. Los autobuses que giran a la izquierda llevan detenidos/as que serán deportados/as a Méjico.
Baldwin Israel Avendaño, a la derecha, pastor de la Iglesia Metodista Unida de Calexico, California sostiene un letrero mientras espera reunirse con inmigrantes detenidos/as que han sido recientemente liberados/as, en una esquina cerca de la estación de autobuses de Calexico. Avendaño espera los autobuses que vienen del cercano Centro de Detención Regional Imperial para ofrecerles ayuda para comunicarse con amigos/as y familiares, y les proporciona kits de viaje que contienen alimentos, ropa y refrigerios para el viaje de los/as migrantes.
Baldwin Israel Avendaño, pastor de la Iglesia Metodista Unida de Calejico (California), describe las dos posibles rutas para los autobuses que transportan a inmigrantes detenidos/as recientemente liberados/as en Calexico. Un giro a la derecha en Paulin Avenue significa que los/as migrantes serán liberados/as en los Estados Unidos para que puedan tener una audiencia de inmigración. Mientras que un giro a la izquierda significa que serán deportados/as a Méjico.

* Noticias MU redactó este artículo. Les puede escribir a newsdesk@umcom.org. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.

** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU Hispana-Latina @umcom.org

Credits:

Photos by Mike DuBose, UM News.