En busca de la media naranja perdida

- Me enteré que por fin encontraste

a tu media naranja. ¿Cómo va tu matrimonio con ella?

- Pues, al principio nos llevábamos bien,

pero saliendo de la iglesia el día de nuestra boda…

Dentro de los estereotipos con que nuestra cultura nos bombardea, tiene un lugar muy especial el de la media naranja.

Es un estado de la persona en el cual, busca y espera a la vez, encontrar a la persona que está hecha para ella.

Esta imagen de media naranja tiene como contraparte la necesidad de la otra mitad de la naranja.

¿Qué es esta otra mitad? Aquello que me falta y que es a la vez mi complemento exacto, que se ajusta a la perfección; alguien como yo, cuya función es hacer que yo me sienta completo, que sintamos cómo embonamos a la perfección, que estamos hechos el uno para el otro.

Todo esto sucede en un instante en el que sabemos que la hemos encontrado. Así, lleno de romanticismo y magia.

¿No suena maravilloso?

Sin embargo, la imagen encierra un juego peligroso que ha llevado a muchas personas a sufrir desilusión y desesperanza.

Nuestras expectativas sobre la otra persona son enormes y, con toda probabilidad, no se cumplirán. Y no se cumplirán porque el supuesto en el que se basa la relación es erróneo.

Si yo soy media naranja, es posible que la persona a quien, en un primer momento, vi como mi otra mitad, con el paso del tiempo, resultará que quizá es otro tipo de naranja o, a lo mejor, es sandía o guayaba o limón.

El desencanto viene cuando la persona se percata que lo que era un ajuste inicial perfecto de medias naranjas se fue convirtiendo en un intento infructuoso de empatar dos frutas muy diferentes, con diferente forma, sabor, textura, etc, como si fueran dos medias naranjas.

La trampa reside en pensar que el objetivo es completarme para ser pleno y feliz. Dejo la responsabilidad de la felicidad de mi vida en manos de la otra persona.

Nosotros somos naranjas completas. No es una búsqueda para completar la naranja sino, desde mi ser naranja o pera o manzana completa, buscar a otra naranja, sandía o melón completa, para que juntos, los dos completos, saquemos lo mejor de cada uno para poder obtener un jugo único que nos realice y nos haga crecer.

Nuestra gran labor se convierte en recordar todos los días que estamos completos y listos para sacarle jugo a nuestra vida.

Escrito por José Antonio Rivera Espinosa

Created By
José Antonio Rivera Espinosa INTROSPECTA CONSULTORES
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