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El rostro escondido de Villa Albina Parte del tesoro desconocido del museo en Pairumani podrá ser visitado hoy. Además, se inaugurará una exposición de fotografías y documentos de la familia Patiño Rodríguez.

Después de muchos años de peticiones por parte de los turistas, el segundo piso de la impactante construcción en Pairumani es habilitado para visitas.

Uno de los personajes más importantes de Bolivia que dejó huella en la historia nacional e internacional es, sin duda, Simón I. Patiño, el magnate “rey del estaño”. Durante su vida contribuyó al crecimiento del país desde diferentes áreas: agricultura, salud, fitogenética, educación y cultura, entre otras más.

De las obras que conforman su legado destacan el Centro Pedagógico y Cultural, la Biblioteca Simón I. Patiño, el Hospital Albina Patiño, la Granja Modelo y el Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas Pairumani.

De esta última se desprende la obra favorita de “don Simón” -como le decían sus trabajadores-, la imponente Villa Albina, que refleja aquella promesa de amor que le hizo en vida el empresario metalúrgico a su esposa.

Albina Rodríguez de Patiño y su familia en 1911.

Nueva opción. Hace unos meses, después de presentar un proyecto a la Fundación Patiño, se decidió habilitar el segundo piso de la mansión para que los visitantes puedan conocer un poco más de la intimidad de la familia.

Durante muchos años, la visita que se hacía a la hacienda Pairumani se encontraba limitada por los horarios establecidos (de lunes a viernes de 15:00 a 16:00 y sábados de 09:00 a 11:00). Después de analizar esta situación y atender el pedido de muchas personas se decidió incrementar 20 horas más al horario del paseo distribuidas en la semana.

La oferta no termina ahí. Además se habilitará el recorrido a la parte superior de Villa Albina, espacio que no estaba dispuesto para el público anteriormente. “Yo sentía que era muy poco lo que se visitaba, lo que se veía. Sabia que podíamos dar más”, asegura Teresa Ávila, directora del Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas Pairumani.

Para todo este proyecto se contrató un especialista en museos y un ingeniero que colaboren con las modificaciones necesarias. Algunos de los objetos personales de los hijos de Patiño fueron acomodados de manera que se puedan apreciar con mayor fluidez.

Villa Albina, la predilecta

La historia cuenta que, poco tiempo después de contraer matrimonio, los esposos Patiño fueron invitados para pasar un tiempo en Vinto. Albina quedó enamorada del lugar y Simón I. Patiño le hizo la promesa de que algún día le compraría una casa de campo ahí en la que puedan pasar sus vacaciones. Y así fue, aquella ilusión pudo ser cumplida tiempo después, cuando Patiño logró acumular su fortuna.

El terreno que cuenta con 15.8 hectáreas fue amurallado inicialmente para luego proceder a la construcción de la casa en 1917, bajo el nombre de Villa Albina. La edificación fue realizada mientras la familia pasaba un periodo en Europa, lugar en que se iniciaron los primeros planos.

Cuando por fin la familia estaba de camino a Bolivia para fijar su residencia en Pairumani, Patiño enfermó, por lo que tuvieron que quedarse en Buenos Aires, donde finalmente falleció el 20 de abril de 1947.

Después de la tragedia, doña Albina y sus hijos volvieron a Bolivia y trasladaron los restos del insigne industrial a su morada final en Pairumani.

Villa Albina fue la elegida por la familia Patiño para vivir todo el periodo que radicaron en Bolivia. A su llegada, la hacienda cobró más vida y se pudieron hacer refacciones y trabajos de embellecimiento en los jardines.

El año 1964, los herederos del “rey del estaño” donaron la hacienda Pairumani en favor de la Fundación Universitaria Simón I. Patiño, entidad creada por Patiño el año 1931.

Belleza arquitectónica intacta

La villa se compone de un patio central y un pequeño patio auxiliar rodeado de pórticos al estilo de las edificaciones mediterráneas, muy en moda a fines del siglo 19 y principios del siglo 20 en Cochabamba.

Esta obra fue diseñada por el arquitecto José Turigas, acompañado de algunas modificaciones del arquitecto constructor Max Franz y la cooperación del arquitecto Francisco Nardin. La historia se respira en cada esquina del lugar. Todos los objetos que decoran los ambientes transportan al visitante a un mundo lleno de fantasía.

La fachada de Villa Albina es de color plomizo claro, con adornos en torno a las puertas y ventanas de tonos terracota del tipo ladri-llo visto. El piso superior está rodeado de balcones con fierro forjado que ofrecen vistas panorámicas a todos los jardines de los alrededores.

El ingreso al edificio por la puerta norte da acceso al patio principal, que recibe al visitante con una fuente de agua central que rompe el efecto cuadrangular y geométrico de la construcción .

Jardines de ensueño

Al lado del edificio de Villa Albina existe un espejo de agua con reminiscencias orientales, que le otorgan un aspecto campestre y romántico.

La hacienda Pairumani es uno de los espacios turísticos más importantes de Cochabamba, no solo por su valor arquitectónico, sino también por la riqueza natural de sus jardines. Entre las especies que más destacan están las araucarias, encinos y magnolias, mismas que fueron traídas del exterior.

El diseño y cuidado de los jardines inicialmente estuvo a cargo de varias personas, en su mayoría extranjeros, entre ellos dos chilenos y un japonés. También, en el parque, fueron colocadas dos esculturas de mármol con motivos neoclásicos, obras del escultor francés F. Cavaroc: una frente a la fachada norte de Villa Albina y la otra en un pequeño huerto de olivos centenarios, que ya hacían parte de la propiedad antes de ser construida la hacienda.

Todo el cuidado de estos bellos jardines, en la actualidad, está bajo la responsabilidad de seis jardineros, quienes se dedican de forma exclusiva al mantenimiento y repoblación de las especies existentes en el lugar.

Cada pequeño espacio que estuvo cerrado durante años merecía ser expuesto al público interesado.

Reportaje: Nicole Andrea Vargas. Fotos: Dico Solís. Visualización: Mijail Miranda

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Reportaje: Nicole Andrea Vargas/ /Visualización: Mijail Miranda
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Credits:

Dico Solís

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