LOS CARTELES ELECTORALES DEBEN MARCAR EL TERRITORIO TAL COMO MANDA LA ZONA MÁS PRIMITIVA DE NUESTRO CEREBRO. PERO LO DEBEN HACER CON LA COLABORACIÓN DE LA ZONA MÁS AVANZADA DE NUESTRO CEREBRO, LA QUE NOS PERMITE MODULAR Y PERFECCIONAR ESA ACCIÓN. DANIEL ESKIBEL
Cuando caminamos no le ponemos atención especial a toda esa parafernalia. Aunque sabemos que está ahí. Quizás no distinguimos entre los afiches de uno y de otro. Cuando la contaminación visual es exagerada simplemente se vuelve parte del paisaje. No vemos los detalles, solo manchas de colores y al final, ni siquiera eso. Las campañas electorales ponen marcas en el territorio para transmitir al votante sensaciones de potencia, poder, fuerza y dinámica.
¿Influyen los afiches en la decisión del votante?
Una visión racionalista creo que no influyen, ya que nadie vota en función de la cantidad de afiches que ve mientras camina. Pero es ingenuo plantear el tema sin ir al fondo del asunto. Pero es cierto, nadie vota por la cantidad de afiches que ve. Pero también es cierto que no votamos racionalmente, las zonas más primitivas del cerebro son las que toman las principales decisiones electorales. Entonces para esas zonas es importante la sensación de poder que transmite un candidato. Sensación vinculada a la cantidad de afiches que vemos al día. El problema de la campaña electoral empieza cuando la contaminación visual crece y los afiches se anulan unos a otros confundiéndose en un mar de colores que acaba siendo irrelevante.