El éxito no es para unos cuantos favorecidos por los dioses del olimpo, no es para una élite que nació para ello, no es para personas exclusivas con súper dones. . El éxito es para los que son atrevidos.
El éxito es para los que no les da miedo fracasar en el intento, para los que se levantan después de la caída y siguen persiguiendo su sueño, para los que accionan y dan el paso en ese camino desconocido, pero con la fe y la firme convicción de que lo van a lograr contra todo pronóstico contrario.
El éxito no es un destino, es un camino que recorrer, en el que caes, pero te levantas, en el que siembras con dolor para cosechar con gozo, en el que aprendes, experimentas, ríes, lloras y disfrutas del proceso.
El miedo te paraliza, pero la fe te lleva a dar pasos, a correr, a volar, a accionar y conquistar. Supera el miedo cada día, ante cada reto, ante cada cambio, ante cada exigencia nueva.
¿Cómo lo haces? De la única manera eficaz, enfrentando tus miedos. Haciendo lo que te aterra. Nunca superas el miedo a hablar en público hasta que no lo enfrentas en una plataforma frente a algunas personas
La práctica te va a dar mayor dominio y habilidad en lo que sea que tienes miedo a enfrentar. Supera tus propios límites y para hacerlo debes ampliar tu mentalidad. De escasa a sobreabundante, de pequeño a grandioso. Debes hacer espacio para las nuevas bendiciones que están de camino.
Isaías 54 dice: Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque a la mano derecha y a la mano izquierda has de crecer;
Sin ensanchamiento no hay crecimiento. Dicho de otra manera tu crecimiento personal, financiero, profesional, espiritual, ministerial y de cualquier tipo, se producirá en la misma medida de tu ensanchamiento mental.
Sólo tú decides donde estarán tus límites, tú decides hasta dónde extenderte
